viernes, 26 de mayo de 2017

Una mirada a Víctor Rojas Farías





por  Carlos Amador Marchant


Rojas Farías nació en Punta Arenas en 1960. En la actualidad radica en Valparaíso, pero es un viajero incansable. Profesor de Literatura y cronista. Ha publicado: Tango Dos (1986); La Gran Enciclopedia del Mar (1999). “Valparaíso, el mito y sus leyendas” Aparece en: Valparaío, versos en la calle, de Ennio Moltedo (1995); Valparaíso, versos en la calle, de Juan Cameron (1998); El Mirador de Lukas Nº 7 (1999) e Historia de la poesía en Valparaíso, de Alfonso Larrahona K. (1999).


¿Desde tus estudios universitarios, pasando por tu título de profesor de castellano, en qué período sitúas este acercamiento tuyo a la investigación de raíces y tradiciones de pueblos y ciudades?


A lo peor nací con ese cariño, no sé. Cuando chico, en mi familia me enseñaron a no mentir nunca y que existía el Viejo de Pascua. A los años me preguntaba cómo diablos los adultos adulteraban las cosas con tanto descaro: ¿o no veían que inventando a ese viejo desmentían sus enseñanzas? Y ahí el pensamiento me llevó a meditar sobre ficción, mentira, símbolo, lo individual, lo colectivo. Ya adolescente fui un lector criticón y culto, admiraba a Borges, y en un viaje al campo lejano escuché a doña Beña Fuentes -campesina analfabeta- contar historias. Arte mayor, nada que envidiarle a Borges. ¿O no? Y solito vino el problema arte/ folclore. Después, ya en la U., cuando estudié literatura (en ese tiempo nadie hablaba de patrimonio intangible ni cosa parecida) los profes trababan mis ímpetus de estudiar literatura oral, y tuve hartas dificultades, que me empecinaron más. Como ves, mi respuesta sirve más para ponerle cuento al asunto que para responder la pregunta.


¿Cuáles son los riesgos que se corren en este trabajo de recopilador e investigador?...¿En tu accionar en este campo han aparecido quiénes no concuerdan con tus recopilaciones?


Uno de los mil riesgos está en la dificultad de demostrar mis hipótesis, pues me agoto en llenar vacíos de información: datos, datos, datos. Entonces, demoro mucho. Tras más de veinte años, por ejemplo, recién tengo una aproximación decente a las animitas. De todas mangueras, todos mis trabajos tienen mucho campo y biblioteca y hay en mi equipo actual un buscón de libros (no un lector, un buscador) y una maga de las transcripciones, que facilitan todo. En este campo, los ayudantes son el microscopio, la muleta y el telescopio, y otro riesgo grande es que en medio de un trabajo se vayan (porque acá casi no hay plata) y te quedes como sin manos. En fin, otro riesgo es quedarse con la investigación guardada. Tú sabes, la divulgación de trabajos serios es un problema: existen unas revistas con cero público, pero con "prestigio", que te prestan diez planas, una nada. Y las editoriales no van a arriesgarse a publicar un mamotreto de cuatrocientas páginas. Con respecto a detractores de mis investigaciones, es más bien al revés; yo siento que muchos trabajos alrededor están mal hechos, sin métodos, sin el tiempo adecuado de gestación y ejecución, o -lo peor- con las definiciones operativas malas.


Entendiendo que el trabajo al que estás abocado es apasionante…¿cuál es el tiempo que le dedicas?...ó..¿cuál es el tiempo que se requiere?


Puf, harto... A veces en periodos obsesivos estoy 24 horas al día. Entonces, una vez más renuncio a una pega de las que dan plata, y me obedezco a regañadientes y con placer. ¡¡Pero un día voy a dejar de hacerme caso, ya me lo advertí!!

Desde la aparición de la “Enciclopedia del mar” hubo quienes afirmaron que se trataba de un lenguaje inteligente y de reflexión poética…¿cómo te defines tú a esta altura después de muchos trabajos ya realizados?

Si estás definido estás de finado. Mejor estar todavía cambiante ¿no? Uno -en arte- siempre alega de los críticos, que ponen etiquetas y creen que eso sirve para ver mejor. Y es al revés. Lo que sí, me gustaría ser un hombre de palabras cuya palabra de hombre fuera palabra de señor. Ja, es que soy tan de letras que en vez de vivir en orden cronológico (ayer, hoy, mañana) vivo en orden alfabético (ayer, hoy, mañana), y eso es mi constante.



Quienes te conocen sabemos que eres un viajero incansable…¿cada uno de esos viajes tienen al mismo tiempo la intencionalidad de la investigación?


Un viajero cansable: llegar al pueblito y encontrar que no hay nadie, otro pueblo fantasma, o que la informante haya muerto, o hacer maravillas a pie, en caballo, en jeep, para llegar al cruce y ver que el único bus de la semana pasa sin parar... puf, eso ya no querría tragármelo. Sin el acicate de la investigación, o del amor por esas tradiciones, aplastaría de un zapatazo al bichito del viaje, que me pica cuando menos lo espero, y me quedaría con mi fiel lectura, que es también una manera de vivir la otredad en esta mismidad. Por otro lado, han ido surgiendo vanidades más o menos idiotas, con la vejez: por ejemplo, he convivido tiempos con todas las etnias que se dan en Chile, excepto los alacalufes. Así que allá debo ir, a esos canales australes, y aprovechar de hacer un trabajo sobre su héroe Lautaro Edén, que hace tiempo me viene interesando.

¿Qué es para ti Valparaíso?..¿Un lugar inagotable en cuanto a estudios e investigaciones o un sitio que ya se agota en este campo?

Es que siempre, hasta los cuescos de níspero, van a dar nuevos y apasionantes temas. El problema es que ha salido una legión de ganapanes que no la cortan nunca con la Valparalata, y esos impostores ni aman el tema ni tienen aportes nuevos: sólo quieren su recompensa. Bueno, no apenarse: el mundo sigue yirando.

De acuerdo a tu experiencia y a tus libros publicados…¿hay un público cautivo que gusta del trabajo que haces?...¿cuál es el libro que más has vendido?


-¿"Público cautivo", y esa terminología? Ni mi abuelita. Como yo me meto en varios géneros, creo que se dificulta que alguien me acompañe en poesía, ensayo, crónica u otras cosas inclasificables... Tal vez mi libro más vendido sea "Valparaíso, el Mito y sus Leyendas", que es un poco best seller, con trampa, pues en algunas partes lo ponen como "lectura obligatoria". ¿Alguien podría quedar cautivo de un libro que está obligado a leer para mañana, y son las once, Dios mío, y ojalá me saque un seis y no podré ir a la fiesta para quedarme leyendo? Pero el texto que me trajo más alegrías fue "Tango Dos", por eso lo nombro acá aunque no corresponda.


Más allá de “Valparaíso, el mito y sus leyendas”, entendiendo, por cierto que todo tu trabajo te apasiona..¿cuál describirías como el que más te ha fascinado posteriormente al libro citado?

De los míos, "La Gran Enciclopedia del Mar". Pasaba horas debajo del agua, intentaba ver la puesta de sol desde bajo el mar; me sometía a frotación con cetáceas, acampaba en el bosque de algas. Y eso se licuaba en palabras: que una lágrima y el agua marina son indistinguibles al microscopio, que los ríos siguen ríos en el mar y las corrientes siguen corrientes en los ríos, que polvo somos, pero polvo de agua. Tal vez "La Gran Enciclopedia del Mar" sea mi libro.


Andrés Sabella, quien fue una verdadera enciclopedia humana del norte de Chile, en una conferencia en la U. de Tarapacá, se paseó por la historia de nuestro país y, a cada segmento de sus dichos expresaba: ¡la historia miente¡…¿crees tú que es difícil encontrar la “verdadera verdad” de los acontecimientos humanos?


¿La verdadera verdad vera? Las cosas pasan simultáneas y el lenguaje es sucesivo, todo va fluyendo y está relacionado, y nosotros lo analizamos inmóvil y parcelado; tenemos apenas seis sentidos, y éstos casi no sirven: no ves más allá de ocho kilómetros, no percibes temperaturas de cien grados, en fin, le atribuyes más importancia a un dolor de muelas, que en el momento te duela a ti, que a cien mil muertos en El Tibet. ¡Y desentrañamos las cosas con palabras, que lo cambian todo! "Los vampiros llegaron por la noche", "Por la noche llegaron los vampiros", "Los vampiros por la noche llegaron" son cosas completamente distintas y parecen iguales. En fin, resignación: estudiando los acontecimientos es posible acercarse a los sucesos, a los principios y normas que regulan la ruedita eterna. Y creo que en los acontecimientos humanos, al mismo tiempo que se ve que son inhumanos, se ve que son suprahumanos...

Finalmente…¿Cuál crees tú sería la obra máxima que buscas hacer antes de culminar tu paso por la vida?



¡Pero si respondo me pongo una lápida! Adivino que me falta una tetralogía sobre los cementerios, un libro de las montañas y unos estudios sobre tradición oral. De todo eso no he escrito ni un séptimo de línea, así que en razón de eso, en adelante, será mejor que llore, no que cante.


jueves, 4 de noviembre de 2010




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