viernes, 26 de mayo de 2017

Una mirada a Víctor Rojas Farías





por  Carlos Amador Marchant


Rojas Farías nació en Punta Arenas en 1960. En la actualidad radica en Valparaíso, pero es un viajero incansable. Profesor de Literatura y cronista. Ha publicado: Tango Dos (1986); La Gran Enciclopedia del Mar (1999). “Valparaíso, el mito y sus leyendas” Aparece en: Valparaío, versos en la calle, de Ennio Moltedo (1995); Valparaíso, versos en la calle, de Juan Cameron (1998); El Mirador de Lukas Nº 7 (1999) e Historia de la poesía en Valparaíso, de Alfonso Larrahona K. (1999).


¿Desde tus estudios universitarios, pasando por tu título de profesor de castellano, en qué período sitúas este acercamiento tuyo a la investigación de raíces y tradiciones de pueblos y ciudades?


A lo peor nací con ese cariño, no sé. Cuando chico, en mi familia me enseñaron a no mentir nunca y que existía el Viejo de Pascua. A los años me preguntaba cómo diablos los adultos adulteraban las cosas con tanto descaro: ¿o no veían que inventando a ese viejo desmentían sus enseñanzas? Y ahí el pensamiento me llevó a meditar sobre ficción, mentira, símbolo, lo individual, lo colectivo. Ya adolescente fui un lector criticón y culto, admiraba a Borges, y en un viaje al campo lejano escuché a doña Beña Fuentes -campesina analfabeta- contar historias. Arte mayor, nada que envidiarle a Borges. ¿O no? Y solito vino el problema arte/ folclore. Después, ya en la U., cuando estudié literatura (en ese tiempo nadie hablaba de patrimonio intangible ni cosa parecida) los profes trababan mis ímpetus de estudiar literatura oral, y tuve hartas dificultades, que me empecinaron más. Como ves, mi respuesta sirve más para ponerle cuento al asunto que para responder la pregunta.


¿Cuáles son los riesgos que se corren en este trabajo de recopilador e investigador?...¿En tu accionar en este campo han aparecido quiénes no concuerdan con tus recopilaciones?


Uno de los mil riesgos está en la dificultad de demostrar mis hipótesis, pues me agoto en llenar vacíos de información: datos, datos, datos. Entonces, demoro mucho. Tras más de veinte años, por ejemplo, recién tengo una aproximación decente a las animitas. De todas mangueras, todos mis trabajos tienen mucho campo y biblioteca y hay en mi equipo actual un buscón de libros (no un lector, un buscador) y una maga de las transcripciones, que facilitan todo. En este campo, los ayudantes son el microscopio, la muleta y el telescopio, y otro riesgo grande es que en medio de un trabajo se vayan (porque acá casi no hay plata) y te quedes como sin manos. En fin, otro riesgo es quedarse con la investigación guardada. Tú sabes, la divulgación de trabajos serios es un problema: existen unas revistas con cero público, pero con "prestigio", que te prestan diez planas, una nada. Y las editoriales no van a arriesgarse a publicar un mamotreto de cuatrocientas páginas. Con respecto a detractores de mis investigaciones, es más bien al revés; yo siento que muchos trabajos alrededor están mal hechos, sin métodos, sin el tiempo adecuado de gestación y ejecución, o -lo peor- con las definiciones operativas malas.


Entendiendo que el trabajo al que estás abocado es apasionante…¿cuál es el tiempo que le dedicas?...ó..¿cuál es el tiempo que se requiere?


Puf, harto... A veces en periodos obsesivos estoy 24 horas al día. Entonces, una vez más renuncio a una pega de las que dan plata, y me obedezco a regañadientes y con placer. ¡¡Pero un día voy a dejar de hacerme caso, ya me lo advertí!!

Desde la aparición de la “Enciclopedia del mar” hubo quienes afirmaron que se trataba de un lenguaje inteligente y de reflexión poética…¿cómo te defines tú a esta altura después de muchos trabajos ya realizados?

Si estás definido estás de finado. Mejor estar todavía cambiante ¿no? Uno -en arte- siempre alega de los críticos, que ponen etiquetas y creen que eso sirve para ver mejor. Y es al revés. Lo que sí, me gustaría ser un hombre de palabras cuya palabra de hombre fuera palabra de señor. Ja, es que soy tan de letras que en vez de vivir en orden cronológico (ayer, hoy, mañana) vivo en orden alfabético (ayer, hoy, mañana), y eso es mi constante.



Quienes te conocen sabemos que eres un viajero incansable…¿cada uno de esos viajes tienen al mismo tiempo la intencionalidad de la investigación?


Un viajero cansable: llegar al pueblito y encontrar que no hay nadie, otro pueblo fantasma, o que la informante haya muerto, o hacer maravillas a pie, en caballo, en jeep, para llegar al cruce y ver que el único bus de la semana pasa sin parar... puf, eso ya no querría tragármelo. Sin el acicate de la investigación, o del amor por esas tradiciones, aplastaría de un zapatazo al bichito del viaje, que me pica cuando menos lo espero, y me quedaría con mi fiel lectura, que es también una manera de vivir la otredad en esta mismidad. Por otro lado, han ido surgiendo vanidades más o menos idiotas, con la vejez: por ejemplo, he convivido tiempos con todas las etnias que se dan en Chile, excepto los alacalufes. Así que allá debo ir, a esos canales australes, y aprovechar de hacer un trabajo sobre su héroe Lautaro Edén, que hace tiempo me viene interesando.

¿Qué es para ti Valparaíso?..¿Un lugar inagotable en cuanto a estudios e investigaciones o un sitio que ya se agota en este campo?

Es que siempre, hasta los cuescos de níspero, van a dar nuevos y apasionantes temas. El problema es que ha salido una legión de ganapanes que no la cortan nunca con la Valparalata, y esos impostores ni aman el tema ni tienen aportes nuevos: sólo quieren su recompensa. Bueno, no apenarse: el mundo sigue yirando.

De acuerdo a tu experiencia y a tus libros publicados…¿hay un público cautivo que gusta del trabajo que haces?...¿cuál es el libro que más has vendido?


-¿"Público cautivo", y esa terminología? Ni mi abuelita. Como yo me meto en varios géneros, creo que se dificulta que alguien me acompañe en poesía, ensayo, crónica u otras cosas inclasificables... Tal vez mi libro más vendido sea "Valparaíso, el Mito y sus Leyendas", que es un poco best seller, con trampa, pues en algunas partes lo ponen como "lectura obligatoria". ¿Alguien podría quedar cautivo de un libro que está obligado a leer para mañana, y son las once, Dios mío, y ojalá me saque un seis y no podré ir a la fiesta para quedarme leyendo? Pero el texto que me trajo más alegrías fue "Tango Dos", por eso lo nombro acá aunque no corresponda.


Más allá de “Valparaíso, el mito y sus leyendas”, entendiendo, por cierto que todo tu trabajo te apasiona..¿cuál describirías como el que más te ha fascinado posteriormente al libro citado?

De los míos, "La Gran Enciclopedia del Mar". Pasaba horas debajo del agua, intentaba ver la puesta de sol desde bajo el mar; me sometía a frotación con cetáceas, acampaba en el bosque de algas. Y eso se licuaba en palabras: que una lágrima y el agua marina son indistinguibles al microscopio, que los ríos siguen ríos en el mar y las corrientes siguen corrientes en los ríos, que polvo somos, pero polvo de agua. Tal vez "La Gran Enciclopedia del Mar" sea mi libro.


Andrés Sabella, quien fue una verdadera enciclopedia humana del norte de Chile, en una conferencia en la U. de Tarapacá, se paseó por la historia de nuestro país y, a cada segmento de sus dichos expresaba: ¡la historia miente¡…¿crees tú que es difícil encontrar la “verdadera verdad” de los acontecimientos humanos?


¿La verdadera verdad vera? Las cosas pasan simultáneas y el lenguaje es sucesivo, todo va fluyendo y está relacionado, y nosotros lo analizamos inmóvil y parcelado; tenemos apenas seis sentidos, y éstos casi no sirven: no ves más allá de ocho kilómetros, no percibes temperaturas de cien grados, en fin, le atribuyes más importancia a un dolor de muelas, que en el momento te duela a ti, que a cien mil muertos en El Tibet. ¡Y desentrañamos las cosas con palabras, que lo cambian todo! "Los vampiros llegaron por la noche", "Por la noche llegaron los vampiros", "Los vampiros por la noche llegaron" son cosas completamente distintas y parecen iguales. En fin, resignación: estudiando los acontecimientos es posible acercarse a los sucesos, a los principios y normas que regulan la ruedita eterna. Y creo que en los acontecimientos humanos, al mismo tiempo que se ve que son inhumanos, se ve que son suprahumanos...

Finalmente…¿Cuál crees tú sería la obra máxima que buscas hacer antes de culminar tu paso por la vida?



¡Pero si respondo me pongo una lápida! Adivino que me falta una tetralogía sobre los cementerios, un libro de las montañas y unos estudios sobre tradición oral. De todo eso no he escrito ni un séptimo de línea, así que en razón de eso, en adelante, será mejor que llore, no que cante.


jueves, 4 de noviembre de 2010




Juan Cameron y su "Entrebestia"



por Carlos Amador Marchant

Juan Cameron poeta de vasta trayectoria nacido en Valparaíso en 1947 nos concedió esta “entrebestia” como la denominó él.


Hay movimientos literarios en todos los tiempos, sin embargo cómo definirías el de tus inicios en comparación con la escena del siglo 21. 


Se trata de algo distinto. Yo comencé a escribir –a publicar más bien- en una época en que tenía un país. Ahora no sé de qué se trata. Estamos en medio de una selva heredada de la dictadura y administrada por los liberales en el mando. No me gusta esta cosa. Entre tanto ignorante me siento como un tuerto. Y en el país de los ciegos el tuerto no es más que un molesto cabrón.

¿Cómo ves a nuestro país en el plano del apoyo a las artes y cómo lo ves a diez años más?

No creo que en diez años exista apoyo a las artes. No reditúa; no sirve de propaganda.

Chile es mezquino con los premios literarios? Deben haber más incentivos para los escritores?

Sí, por supuesto. No hay mayor apoyo. El Premio Nacional es una rifa y, miserable también, se otorga cada dos años. 

De tus inicios, en los tiempos que frecuentabas a J. Luis Martínez, y tantos otros, pasó algún día por tu mente que unas décadas más tarde lograrías tantos premios, viajes y distinciones?.. ¿Piensa en eso el poeta inicial? 


Para serte franco, esperaba más. Estoy desilusionado de esta tierra. Los premios, viajes, distinciones, se acumulan con los años. Y más que un extenso currículo tengo harto tiempo transcurrido. Los fracasos, los premios perdidos y nunca obtenidos, los escupos por la espalda, los desamores, esos suman mucho más. Pero no cuentan.

El exilio en Suecia que lo has narrado en varias entrevistas, el asunto de la pistola y la extraña confusión de vincularte en este hecho marcó parte de tu vida?


El viaje para mí, para todos, es necesario. En otras geografías, con otras sociedades entiendes que existen formas diversas, que tu pequeña tierra no es nada más que eso; que el idioma es mucho más amplio y generoso y que perviven magníficos poetas en tu propia lengua. Viajar te otorga humildad, conocimiento, fraternidad; y te llena la cabeza de imágenes, de colores, de profundidades. Y claro, aunque muchos ojos te miren en el trayecto, cambia tu vida; no todos te acompañan en la aventura: y así dejas lugares, personas, parte de ti también abandonados.

En tus últimos viajes al extranjero visitaste Costa Rica….¿Cómo se ve la creación literaria actual por esos lados?

Yo veo a Costa Rica como un potencial literario en el continente nuestro. No sólo porque me hayan sido publicados, en San José, dos libros en el curso del 2007. Ahí encuentras cultura, amor al arte, sentido estético y, por cierto, magníficos poetas. Allí tenemos, por ejemplo, a la grande Ana Istarú, una mujer a la altura de las mayores voces continentales; a Alfonso Chase, a Luis Chavez, a Luis Chacón, a Julieta Dobles, en fin, la lista es larguísima. Allí los poetas comandados por Norberto Salinas y Popo Dadá (este último premio nacional en poesía) organizan el encuentro internacional de Casa de la Poesía. En fin, se trata de un país distinto, superior.

Aproximadamente cuántos textos alberga tu biblioteca privada y cuáles serían los autores que guardas como más valiosos?

Bueno, contando los libros de mi mujer, creemos tener unos cuatro mil ejemplares. No es mucho, en verdad. La mitad corresponde a volúmenes individuales de poesía y hay otro tanto en antologías, textos teóricos, etc. Y muchos tienen un gran valor: primeras ediciones de Lihn, Tellier, Díaz Casanueva y otros, volúmenes enviados y dedicados por grandes poetas, como Lêdo Ivo o Gonzalo Rojas; o simples selecciones de poetas latinoamericanos que he adquirido en el extranjero. En fin, son bastantes.

Muchos poetas que lograron tu altura se van de sus ciudades de nacimiento. Tú preferiste quedarte en la tuya. ¿Qué es Valparaíso para ti?

Valparaíso es mi país, el living de mi vieja casa, mi acuario conocido. No le veo en otro lugar. Más que chileno me siento porteño. Si no viviera aquí tal vez estaría en Buenos Aires, en Brasil, en México, en fin, un poco también en Malmö, Suecia, que es mi otro país, mi territorio.

Al margen de que nuestro país no es muy gentil con muchos creadores, sobre todo en lo laboral….¿estás satisfecho con lo que has logrado hasta la fecha?

La vida, con todo, ha sido generosa. Estoy conforme, contento, he escrito algo, tengo mi casa, mi mujer, mis hijos y sus hermosas familias, mi biblioteca, mi perro Brodsky. No puedo quejarme. Pero no estoy para nada con el poder; no me gusta; me siento atropellado por esa masa inerme enquistada como sombra sobre la población.

Finalmente sabemos que estás en proyectos de guía-editor..¿tienes planes mayores a mediano y largo plazo?


Si, tengo varios planes; pero necesito dinero. Quisiera publicar, a mi costo, a los mejores poetas de mi región. Y regalar los libros después; pero ya tú sabes.

jueves, 4 de noviembre de 2010



editor

Jesús Ortega o Las pizarras del mundo






Entrevista por Oliver Welden


Sabemos de tu actividad artística y cultural en la década de 1960 en Chile; sin embargo, el tiempo se ha encargado de borrar muchas cosas de tu trayectoria, por lo cual ha quedado un panorama un tanto inexacto y borroso. ¿Nos podrías hablar de esa época (antes de 1973) en Chile y en los países en que viviste, antes de radicarte –obligadamente- en Suecia?

A principios de los 60 estudié pintura en Bellas Artes y pantomima con Alejandro Jodorowsky. Por ese entonces tenía yo la mitad de mis Pizarras del mundo escritas. La pintura y la pantomima me permitieron ganarme la vida, pero fué la pantomima la que se transformó en mi profesión, en el segundo oficio que suelen tener los poetas. Raúl Aicardi me llevó a la primera televisión que iluminó las pantallas en Chile. Mi rostro in farina apareció aún antes que los títulos. Lo cierto es que ya no paré. En el futuro viajaría por treinta países desde Santiago a Tokio, haciendo televisión y teatro. En Chile hice cine con Aldo Francia en su bello Valparaíso mi amor y con Naum Kramarenko en Prohibido pisar las nubes. También actué en teatro con el grupo Ictus, de lo que guardo un grato recuerdo. El personaje Chatarra, de aquel remoto El lugar donde mueren los mamíferos, de Jorge Díaz, fué el mejor trabajo de mi vida en el teatro. Entre 1965 y 1968 viví en España con una beca del Instituto de Cultura Hispánica. Además, hice algunas actuaciones en televisión y tuve tiempo para terminar mi primer libro de poesía. Miguel Arteche me hizo publicar en revistas e hice una compilación de poetas chilenos para Caracola la que, hoy, para mi sorpresa, ofrece un anticuario por Internet.
En casa de Arteche conocí a Gonzalo Rojas, a José Hierro y a otros poetas. Manuel Viola y Rafael Romero me introdujeron en el mundo del flamenco, arte que he cultivado toda mi vida. Asistí a bodas gitanas donde al amanecer se cantaban alboreás, un verdadero privilegio, en las cuales el más depurado de los cantaores, generalmente el más maduro, al llegar el alba le canta a la novia. Recuerdo a Rafael Romero en ese cante donde la casa fue, por unos momentos, un templo. En casa de Viola se llevaban a cabo veladas de cante que él pagaba con cuadros. Sus pinturas valían fortunas, pero él sólo invitaba a maestros. Por esas fechas partí en gira con dos bailarinas griegas, pero se acabó el proyecto a la tercera representación, porque las dos cayeron enfermas de gripe y yo ya andaba afónico. Tendríamos que haber seguido a Grecia donde ellas tenían contrato. De vuelta en Chile publiqué Las pizarras del mundo, como era de rigor, en la imprenta Arancibia Hermanos. Recuerdo que Gonzalo Millán publicaba por el mismo tiempo su maravillosa Relación personal. A fines de ese año, Ignacio Valente elegía el libro de Millán y el mío como los más sobresalientes de autores nuevos. A esa altura mi familia había crecido, ya tenía tres hijos, y volví a la noria. Durante la campaña presidencial de los 70 estaba yo en Chile y fuí llamado a colaborar como asistente de imagen de Salvador Allende. Aparte del aspecto gestual, había que salvarlo de las trampas de la cámara, la iluminación y el maquillaje, en los canales de la oposición. 

¿Fue tu actividad política y este trabajo, en particular, lo que te trajo, luego, problemas y terminó con tu exilio?

Entre 1973 y 1975 viví en Chile sin que se me ofreciera trabajo alguno. Se me cerraron todas las puertas, viví de los ahorros de mis viajes y de la pintura. El exilio se debió al secuestro de mi mujer, que fué recluída en la Villa Grimaldi, de donde salió gracias a la intervención de un obispo diplomático de paso en Chile. Huímos a Buenos Aires, con la idea de seguir a Europa, pero nos vimos obligados a asilarnos, tras soportar un nuevo secuestro y un par de palizas. Cinco individuos, que se turnaban, nos tuvieron encerrados en nuestro departamento argentino durante siete días. A veces se dejaban caer todos. Escapamos milagrosamente, pero es una historia larga, rocambolesca. Baste decir que nos salvó una lluvia intensa y una ventana impensable.

¿Qué labor has desarrollado en Suecia y qué reconocimiento has recibido por tu trabajo?


Al llegar Suecia, en Malmö, hice una lectura en la Escuela Superior de Teatro y obtuve el puesto de profesor de expresión corporal. Empezaba un mes después, así es que me fuí a Paris a ver a Jodorowsky. Yo había hecho estudios con él en Chile, como he dicho, y tenía 20 años de experiencia sobre el escenario, pero yo era un mimo de music hall, de burlesque, en la línea de Chaplin o Buster Keaton. Conocía la codificación de los franceses (Marceau, Barrault, Ettienne Decroux), pero quería profundizar en ello y Jodorowsky fué el maestro perfecto. En una semana de trabajo intenso, dos o tres horas diarias, me traspasó la materia. Fué muy generoso. -Ahí tienes para tres años de trabajo, me dijo, pero en esto se equivocaba, porque ahí estaba todo, todo, había sólo que desarrollarlo. Chaplin y Keaton son infinitos, la codificación francesa, en cambio, es bella pero limitada. Tiempo después, abandoné la escuela para seguir con mis grupos de pantomima, con ellos recorrí Suecia y Dinamarca Asistí a muchos festivales y, formando un dúo, gané el premio de la crítica en el Festival Internacional de Circo de Montecarlo, creo que en 1986, y el primer premio en un Festival Internacional de Circo en Madrid. También representamos a Suecia –oficialmente- en la Exposición de 1992 en Sevilla. En 1987 se publicó mi segundo libro, Serpentímetra, en versión bilingüe, traducido por Lasse Söderberg. Con intervalos de seis a siete años publiqué otros tres libros, también traducidos por Söderberg. Esporádicamente, cantaba flamenco con el grupo de mi hija Mariana y mantuve durante diez años un café literario, que una vez al mes presentaba a un poeta al público sueco. He recibido varios estipendios del Fondo de Escritores de Suecia y en el año 2005 la Comuna de Malmö me otorgó un premio especial por mi labor cultural en los 30 años de mi permanencia en el país. 

Te confieso que me cuesta seguir esta carrera multifacética tuya: poesía, teatro, mimo, bailaor y cantaor flamencos; además, eres pintor, he visto algunos de tus cuadros. Consecuentemente, ¿de qué modo ves tú que estas actividades influyen en tu poesía?


Desde luego hay poemas míos que son gestuales, verdaderas pantomimas. En el poema Con alas de papel, alguien abre un diario y sale volando. Y en La caja china hay cierto ilusionismo. Vi muchos ilusionistas. El poeta es un ilusionista que saca poemas de la manga.
Como he dicho, Buster Keaton ha sido para mí un maestro en poesía y en metafísica. Te sorprenderá si te digo que es el artista que más me ha enseñado en la vida. Creo que Keaton debía enseñarse en los colegios. El Royal Flush llamo yo a esas cualidades que él preconiza en sus filmes: la de estar en el lugar justo, a la hora justa, con la correcta actitud, la imaginación y el coraje. Si cumples con ello, la vida se te da como una novia. Keaton es mi maestro y mi profeta. Esto está por ahí en un poema mío.

¿Qué países y autores han tenido influencia en tu poesía y por qué?


Por razones de familia yo debería tener a España en primer lugar: mi padre era de Granada y mi madre hija de cordobeses, y yo pasé largas temporadas en España, actuando en 32 lugares del país, contando ciudades, pueblos y villas. Siento una gran admiración por Cernuda, Salinas y Lorca, entre otros del 27, pero en el sentido de una actitud mis referencia profundas son Neruda, Mistral y Vallejo. En el aspecto formal, la poesía estadounidense ha influído mucho en mí. De Elliot aprendí la impersonalidad, la ausencia del yo, y eso ocurre en gran parte de mi poesía; de Pound heredé el imagismo y aunque no no soy muy afecto a sus Cantos, “Con usura” me parece un poema magistral, cuya lectura influyó en mí. Y de Edwin. A. Robinson aprendí a transponer personajes históricos. Creo que, sin olvidar la eclosión de nuestra poesía, y de la maravilla del 27 en España, los estadounidenses han escrito la mejor literatura y poesía del Siglo XX. Si la poesía de ese país ha llegado a tan alto nivel se debe a una postura crítica frente al sistema. Robinson decía que podía hacer el plano de los lugares en Nueva York donde se podía comer gratis. Pero, atendiendo mejor a tu pregunta de cuanto aprendí en mis viajes, he de agregar los oficios que he tenido y su influencia en mi poesía. No siempre estuve en la punta de la ola. A los 16 anos me fuí de mi casa y entre otros trabajos tuve que limpiar los urinarios de un cine. 20 años después, en ese mismo cine, vi una película en la cual yo era el protagonista. Ese recorrido en la escala social, de la A a la Z y de la Z a la A, ha sido mi escuela. A los 24 años apredí a herrar caballos en Israel. Además, tuve un trabajo nocturno donde debía manejar un tractor con una metralleta en las rodillas. Eran otros tiempos y yo muy inocente. Nadie podía prever entonces el futuro nefasto.

Perdóname esta introducción un tanto extensa a mi siguiente pregunta, pero es necesario que haga este prólogo a mi pregunta para que se comprenda bien la intención de mi pregunta. ¿Vale? Pues bien, tu obra ha sido reconocida por poetas y críticos de Chile. Ignacio Valente escribió que tu poesía recuerda a la de Pound en esa cierta ágil y británica libertad para poetizar los sucesos más lejanos a la convención lírica, a Vallejo por un aire de ingenuidad arcaica e infantil en el decir, y a Cardenal en el aire bíblico o salmódico de la protesta política. Jorge Teillier escribió que, aparte de que eres un conocido mimo y actor teatral, tu poesía revela un estado de constante violencia, sarcasmo y humor negro, con influencias bien asimiladas de Pound, Cardenal y Elliot. Andrés Sabella escribió de tu agudísima visión donde el humor y el coraje de las ideas alcanzan una hermosa claridad. Juan Cameron escribió que tú eres un poeta del descubrimiento, la inteligencia iluminada y el juego permanente, vinculado a la generación de Lara, Hahn, Miranda Casanova, Quezada, Pérez. 
Y suma y sigue la crítica chilena con Lathrop y Muñoz Lagos, por ejemplo. Y, luego, están los críticos suecos que te alaban, como Söderberg, Swahn, Isaksson y Karlsson. Y es en Suecia donde se te ha traducido y publicado íntegramente. No obstante, en Chile estás ausente en las antologías, compilaciones, revistas, encuentros, artículos, etc. Es decir, nadie te ha pedido nada. Desapareciste. Ya te pedí disculpas por este discurso mío, así es que ahora viene la pregunta: ¿Te importa? ¿Tienes algún pensamiento al respecto?


Veo que es una pregunta difícil de hacer para ti. Pero para mí no es difícil contestarla. Creo tenerlo claro. Muy claro. Creo que la principal razón es mi ausencia fisica de Chile y el hecho de no tener allí más publicación que aquel primer libro, ya desaparecido. En segundo lugar, diría que se debe a mi total incapacidad para promoverme. Sin embargo, pienso que tengo un lugar entre los poetas de mi generación, aunque en ese “parnaso” mi asiento esté vacío. Pienso que lo más importante es tener un lugar en la poesía, estar en ella, ser de ella. Sé que se han publicado docenas de antologías del exilio, pero sólo fui incluido en la de Alfonso Freire, en 1985, que vivía en Noruega y pasaba por Malmö. Será que yo siempre he vivido en el exilio, siempre fui extranjero, sobre todo en Chile, sin que ello consistiera en sufrimiento alguno, pues yo vivo sin nostalgias, sin echar de menos. Los amores, los trabajos, y todo lo que importa en la vida, te lo llevas contigo, donde vayas, o no los tienes. El país también.




Y aquí va la más trillada de todas las preguntas, pero necesaria, creo yo: ¿de qué sirve la poesía? seguida de: ¿cómo ves tu poesía?

Sí, claro que sí, es una vieja pregunta, pero válida. Creo que la poesía es un modo de vivir, que ayuda a vivir. Pero, aún más, te daré una respuesta lateral. En la embajada sueca en Buenos Aires había 60 personas pidiendo asilo. Fui sometido a un largo interrogatorio que se interrumpió cuando el primer secretario encontró entre mis papeles la crítica que Jorge Tellier hizo a mis Pizarras del mundo. Cambió de inmediato, se disculpó por el interrogatorio. Defensivo me dijo que, ante la avalancha de personas que se aprovechaban de la situación (espías, delincuentes, señoritos que querían viajar gratis a Europa), Teillier, me dijo, es su aval. Le queremos mucho, lo hemos invitado dos veces a Suecia, agregó, sin poder obtener una aceptación a nuestras invitaciones. De todos modos, lo volveremos a invitar. Bueno, ya ves, Oliver, que la poesía puede servir para algo. Te aseguro que en la calle nos estarían esperando. Y, en cuanto a lo último, te diré que, siendo muchacho, vi a un hombrecito que volteaba seis campanas a la vez, asidas las cuerdas con las manos y enlazadas en los pies, saltando y pataleando en el espacio, como una marioneta, como un saltimbanqui, o como un delfín. Nadie lo veía, excepto yo, pero todo el mundo escuchaba esa armonía. Ese toque que difundía el Angelus, que llamaba al oficio, que tocaba a fiesta y a gloria y, en ocasiones, más parco, a duelo y a muerte. Así pienso yo la poesía, que no es sólo armonía y aventar palomas.
El poeta lleva un espejo en la cabeza, decía Ferlinghetti, pero yo llevo un espejo de feria que refleja la deformidad del mundo. No me interesa la invención o la armonía que no congrega. “Líbreme Dios de inventar cosas cuando estoy cantando”, escribió Neruda. Y Mistral, más hondo, escribió del “impuro pezón de la vida” Ellos por cierto me penan. El poeta no es un pequeño dios. Es un pequeño campanero que tira una cuerda cuya campana está, quizás, en el Olimpo, pero se escucha en la tierra.

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Jesús Ortega (1932), chileno, nacido en Caracas, Venezuela. Desde 1975 reside en Malmo, Suecia.

Bibliografía:
Las pizarras del mundo (Santiago de Chile: Ed. Arancibia Hnos., 1968)
Serpentímetra (Malmö, Suecia: ed. bilingüe, trad. Lasse Söderberg; Ed. Aura Latina, 1987) 
La vidriera irrespetuosa (Estocolmo, Suecia: Ed. Saltomortal, 1995)
Det respektlösa skyltfönstret (Estocolmo, Suecia: trad. de Lasse Söderberg de La vidriera irrespetuosa; Ed Symposium, 1995)
Modestísima proposición (Malmö, Suecia: ed. bilingüe; trad. Lasse Söderberg; Ed. Aura Latina, 2004)
De este mundo y del otro (Estocolmo, Suecia: Ed. Symposium, 2005)
Epigramas y poemas breves (Malmö, Suecia: Ed. Aura Latina, 2007)
Poetas chilenos en escandinavia (Santiago de Chile: ed. Alfonso Freire; Ed. Dolmén,1985)

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jueves, 4 de noviembre de 2010


editor

ENTREVISTA A OMAR LARA (La entrevista corresponde a abril de 2008)






Por Carlos Amador Marchant


Desde 1964, año en que fundas y diriges Trilce, cuando yo me desplazaba por la ex Universidad de Chile en Arica en 1972 observando Tebaida, llevando en mis bolsillos escasos 17 años, comenzaba ya a leerte en algunas memorias que Alicia Galaz tuvo la gentileza de prestarme…..¿consideras ese tiempo como una instancia que dan ganas de reencontrar?




Ese tiempo, ese espacio y esa atmósfera están pegados a nosotros, o a mí, para no involucrar a nadie más. Tiene que ver con nuestra formación y nuestro destino. Podríamos también ignorarlo, o aparentar ignorarlo. ¿No es lo que hacen tantos políticos, por ejemplo? Pero no, yo sigo ahí o, mejor dicho, vengo desde ahí “y no me corro”.




Todos quienes te conocen hablan de Ongolmo 139 de Concepción como “El refugio de Lara”, la librería, el sitio lleno de libros donde te desplazas luego de tus incontables viajes. ¿Amas este refugio?



Es un espacio que ha ganado alguna fama de refugio. Yo diría que es un refugio explosivo más que implosivo. Refugio creador y procreador. Por lo menos en lo que atañe a la amistad, la fraternidad, el conato de sentirnos partícipes de mil proyectos, muchos de los cuales mueren antes de nacer, algunos de los cuales florecen como los ciruelos de la calle, iluminan, se derraman y dejan su huella candorosa, prudente y poderosa.




La gente en Chile suele olvidar fácilmente. Después del golpe militar del 73 estuviste preso tres meses en Valdivia y luego comienzas tu exilio por Perú…¿Cuánto tiempo estuviste en el país del Rimac y tus nexos con la literatura peruana?



A Lima llegué en enero de 1974. Me esperaban varios amigos exiliados tempranos, entre ellos la actriz Orietta Escámez. Fue ella la que me dijo, cuando yo pisaba tierra peruana con la cola entre las piernas y provisto ya de un enorme dolor: ¿“es que no besas la tierra que te acoge”? Avergonzado de mi descuido y anticipándome varios lustros a un papa besador de tierras, me incliné y besé la tierra peruana que me acogía. Sigo besándola desde entonces, y con ella a todos mis grandes amigos del Perú.



¿Qué es para ti “Argumento del día”, tu primer libro editado en 1964?




Es como una campanita que resuena incesantemente en mi sangre. Como la dulce campanita que un demonio excéntrico y dulcificado hacía tintinear en los campos de mis abuelos.



En Rumania, que entiendo viene siendo el segundo país donde pasas tu exilio, y al mismo tiempo un lugar donde se refugiaron otros escritores chilenos, te graduaste en filología en la Universidad de Bucarest…¿Cuántos son los escritores chilenos que has traducido al Rumano y cuál podría ser el que más ha sido leído en los países nórdicos?




Traduje a varios poetas chilenos, pero también latinoamericanos y españoles. De ellos, uno de los que tuve una acogida y una comprensión más conmovida fue Jorge Teillier, a quien traduje con la complicidad de Marin Sorescu y la colaboración decisiva de Sebastián Teillier.

Un libro antológico, “22 poetas latinoamericanos contemporáneos”, traducido junto al poeta Dinu Flamand tuvo igualmente una recepción fastuosa. Dicen que 10.000 ejemplares se agotaron en pocas semanas.



Omar Lara fue el líder máximo de la llamada “Generación Dispersa” y al paso del tiempo con miles de situaciones acaecidas en Chile y el mundo tu figura ha sido menos bulliciosa que otros poetas y escritores. Pero, muy por el contrario, has ido cosechando premios importantes en el correr de los años: Por dar sólo algunos nombres: “Casa de las Américas” en Cuba, 1975 y el año pasado el “Casa de América” en España, con más de trescientos participantes de todo el continente…. ¿Es tu estilo o es que yo lo siento así?





Yo digo, muy en serio, que soy un poeta campesino, por lo menos de origen y formación campesina. Mi abuelo era carpintero y mi abuela una dueña de casa apacible y fuerte. Luchadores tremendos en tiempos de una terrible precariedad económica. Son mis mayores influencias en todo sentido, incluso en la poética. Cuando hablo de la “mirada” que marca un destino de poeta, pienso ineludiblemente en ellos.






Danos tu visión de lo que es el Chile de hoy en comparación con el de tu generación…..¿se avanza en materias de apoyos literarios?



Me gustaría mucho responder esta pregunta pero me temo que necesitaría un tiempo y un espacio del que carezco ahora. Dicho gruesamente, son tiempos distintos y las perspectivas del hacer y el necesitar también. No sé si se avanza. Hay elementos nuevos sí. Pero no sé si se avanza.




Finalmente, junto con felicitarte por tu extensa labor en la palabra escrita, sé que unos días antes de esta entrevista venías regresando de Argentina…. ¿Qué actividades cumpliste en el vecino país y en qué proyectos de creación estás en este momento?




Ahora mismo estoy terminando un librito para niños y preparando dos números de la Revista Trilce, ese proyecto eterno que tengo y mantengo. También finiquitando el contenido de una antología personal que aparecerá este año en México. 



Abril de 2008.-



editor

ENTREVISTA A OLIVER WELDEN (1946-2021)







Por Carlos Amador Marchant


Entrevistar a Oliver Welden representó una verdadera satisfacción. Un hombre que salió de Chile tras la dictadura militar de 1973 y que vivió más de treinta años en Estados Unidos, que buscó fórmulas para salir adelante sin ayudas políticas ni de instituciones, que creó pero se mantuvo en silencio, perdiendo seres queridos, oliendo desamparo, y que al final regresa a la vida pública como quien vuelve a su vieja casa. Hombre solidario y honesto en la actualidad radica en Suecia. Welden, nacido en 1946 en Santiago, es autor de “Anhista”, “Perro del Amor”, “Fábulas Ocultas”, y de los inéditos aún “Oscura Palabra”, “Corazón de la Sangre”, “Testimonio del Escriba” y “El libro de Eugenia”.

Diecinueve años tenías cuando publicaste Anhista (1965) ¿Cómo veías el movimiento literario de esa época en Chile y América Latina, del cual tú participabas?

Espera, espera: yo no participaba en ningún movimiento, corriente o escuela literaria. La verdad es que mi juventud e ignorancia me impedían tener conciencia de un movimiento literario, per se, en Chile o en América Latina, entendido como una corriente que llegara hasta mis conocimientos, que me tocara, que me influyera, aunque, por supuesto, estaba al tanto de lo que se publicaba en esa época. Más que movimientos, o escuelas, o corrientes, eran los autores los que influían. No había mucho orden en cuanto a lo que yo leía a esa edad, excepto lo que exigía el colegio, sólo que quería leerlo todo. Era la época de la ansiedad por la lectura. Y debo insistir que yo no participaba de ese mundo literario (era muy joven, como dije) hasta que ingresé a la universidad. Creo haber hecho algo de mérito, aunque no mucho, en la Academia Literaria del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde estudiaba, y que era dirigida por Ariel Dorfman y Ronald Kay, entre otros, quienes me aconsejaron, después de leer el manuscrito de Anhista, que esperara un tiempo para su publicación. Es que en esa Academia de 1965 estaban, por ejemplo, Gonzalo Millán, Jaime Gómez Rogers, Pablo Guíñez, Jorge Etcheverry, Bernardo Subercaseaux, Franklin Martínez (lamento que se me escapen otros nombres importantes). Mi ingenuidad me hizo desestimar esos consejos. No obstante, ese primer librito mío tuvo una generosa acogida –cautelosa, pero generosa acogida- de parte de críticos como Hernán Loyola, Hernán del Solar, Carlos René Correa y Agustín Muñoz Vergara.


Si bien Anhista (1965) tuvo prólogo de Roberto Meza Fuentes, ¿ a qué poetas leías o estudiabas por ese tiempo? 



Yo sentía una gran admiración por Roberto Meza Fuentes, no sólo como poeta sino, además, por su historia de dirigente estudiantil en los años 20, yo era Presidente del Centro de Alumnos del Liceo Lastarria -entre 1963 y 1964- y él se interesaba por esas cosas; como director de la Revista Juventud; como relegado a la isla Más Afuera del Archipiélago de Juan Fernández durante la dictadura de Ibáñez (por los años 1927 y 28). Eventos de proporciones míticas para mí y que, en la realidad, lo fueron. Yo lo visitaba cada vez que podía, cuando iba al centro de Santiago. Don Roberto me acogió y se interesó por Anhista. Me presentó a Braulio Arenas, que siempre me trató con mucha simpatía y un curioso respeto, siendo tanto mayor, y Meza Fuentes me abrió la puerta hacia Neruda, que me obsequió algunos libros –dedicados- y muchas bellas palabras. En cuanto a mis tempranas lecturas de poesía chilena era Neruda a quien yo leía. ¿Cómo no? Antes, a través de mi abuela Graciela, aprendí de Gabriela. En los años de Liceo descubrí a De Rokha y a Huidobro. Luego vino la revelación de La Pieza Oscura de Lihn y Contra la Muerte de Rojas. Los más cercanos a mí, en cuanto a amistad y por la admiración que yo sentía por su obra, fueron Gonzalo Millán desde 1963, Ariel Santibáñez desde 1967 (secuestrado y desaparecido en 1974) y Omar Lara desde 1968. Poetas de verdad, seres humanos de verdad, hombres buenísimos, maestros de la amistad. En otras esferas, tengo especial afecto por Mío Cid desde que lo conocí en 1961. La poesía de Shakespeare me atrajo. Hubo dos poetas que también conocí en esa época (indudablemente los que más han influido en mí), que nunca me abandonaron, y que me acompañan hasta el día (y las noches) de hoy: Whitman y Rilke.


Te hemos visto y leído en distintas crónicas y artículos de época donde apareces en medio de la vida literaria chilena de la década del 60-70: siempre estuviste activo. Me gustaría contaras alguna breve anécdota “desconocida” donde aparezca algún escritor nacional en tus caminos.


La actividad de esas décadas fue muy intensa. Desde lecturas y presentaciones individuales o colectivas, a nivel local y regional, al ”periodismo cultural” que yo cultivaba en radios y periódicos, a encuentros nacionales de poetas y algunos viajes al extranjero. Pienso que es fundamental tener en cuenta que, en ese tiempo (1967-1973), hubo un sólido apoyo institucional a las actividades culturales. Yo vivía en Arica, como sabes, y te puedo decir que contábamos con el respaldo de la universidad, como de la municipalidad. El centro de alumnos de la universidad fue fundamental en el financiamiento del primer número de la Revista Tebaida, gracias a Ariel Santibáñez. En Santiago estaba el “tipógrafo huraño”, Miguel Morales Fuentes, con las Ediciones Tebaida, publicando a Sergio Macías, Astrid Fugellie, Pablo Guíñez, Salvador Coppola, Edmundo Herrera, Juan Florit. Es que nadie puede salir adelante sin el apoyo de sus pares o de alguien que esté en situación de apoyar. La historia lo demuestra. Debe haber un maestro, un mentor, un tutor, aquel que va más adelante en el camino, o el que ha arribado (adonde sea que haya que llegar), que se dé vuelta y extienda la mano. Los poetas jóvenes de hoy deben saberlo, si es que no lo entienden ya. Así nosotros (Tebaida), sin la solidaridad de nuestros pares y compañeros en el centro y sur del país no hubiéramos podido realizar la labor nacional que se hacía: era una verdadera red de soporte. Imagínate, llegábamos hasta la casa paterna de Jorge Teillier, en Lautaro; a Chillán, a la casa de Edilberto Domarchi y su esposa María; o a Temuco, a la casa materna de los hermanos Carrasco;o al departamento de Gonzalo Rojas e Hilda, en Concepción; o los alojamientos en la casa de Walter Hoefler, en Valdivia; o las visitas a Santiago, donde nos quedábamos en la casa de Gonzalo Millán o de Waldo Rojas; y a la inversa: ahí llegaban a Arica, Gonzalo Millán, Omar Lara, Javier Campos, Jaime Quezada, todo el Grupo Arúspice en su viaje a Ecuador, inclusive Juvencio Valle, y Gonzalo Rojas que hacía viajes a Iquique a visitar a unas tías ancianas. El intercambio internacional fue similar entre Perú y Chile, por ejemplo, ahí esperaban: Winston Orrillo, Arturo Corcuera, Alejandro Romualdo, Alberto Valcárcel, José Ruiz Rozas, Carlos Germán Belli, Washington Delgado. Hasta Evtuchenko llegó a golpear a la puerta de la casa a las 2 ó 3 de la madrugada; y por ahí también pasaron poetas y artistas del otro lado de Los Andes, además de peregrinos y revolucionarios que bajaban de Bolivia y que no es del caso mencionar aquí, además de uno que otro francés, mejicano y estadounidense, del país que no tiene nombre, como decía Gabriela Mistral. Hasta el día de hoy yo siento y recibo esa solidaridad, ese respeto, que es fundamental para trabajar con dignidad en este oficio de lo absurdo que es la poesía (la literatura), que yo entiendo como un oficio de paz.

En cuanto a la anécdota, claro que sí, y creo que es una anécdota hermosa, al menos para mí. Gonzalo Millán y yo éramos compañeros en el Liceo Lastarria de Santiago. Todos los años la academia literaria del liceo convocaba a un concurso de poesía y cuento. El premio era el reconocimiento, nada más, ¡ah! y la publicación en la revista del liceo. Y eso era más que suficiente. Pero yo tenía el problema de que si Gonzalo participaba en poesía, yo “sonaba”, no ganaba, lisa y llanamente, porque Gonzalo era (y es) un poeta muy superior a mí. Pero Gonzalo, además, escribía cuentos (era prosista, ya tenía una novela en desarrollo), así es que yo le decía: -Mira, Gonzalo. Si tú participas con un cuento y me dejas a mí presentar un poema, los dos ganamos; pero si tú te presentas en poesía, como yo no escribo cuentos, quedo fuera. ¿Qué te parece? Y Gonzalo, mirándome brevemente, me decía: -¡Listo! Y así lo hicimos en esos concursos. ¡Un tipo extraordinario!

El Premio Nacional Luis Tello de la SECH (que buscan reactualizar) lo ganaste el año 1968 con Perro del Amor. Al margen de ser un excelente texto ¿Qué significó para ti como poeta de tan sólo 22 años?

Mi primera reacción fue pensar que, ¡vaya! así es que no todos los premios están ”cocinados”; luego, evidentemente, la satisfacción del reconocimiento que provenía de un jurado integrado por intelectuales mayores, es decir, consagrados, de renombre; después, la realización de la intervención de una fuerza o energía que se llama suerte, dada la calidad de los poetas que postularon; y, finalmente, y más importante que todo, pues yo era un imberbe desconocido, la demostración de aceptación y solidaridad que recibí de los mismos poetas que no ganaron, a los que yo no conocía personalmente y con algunos de los cuales establecí y mantuve una sólida y respetuosa amistad a través de los años.


5.- Los que conocemos la Revista Tebaida sabemos la importancia que tuvo en nuestro país ¿qué recuerdos tienes de la trascendencia de esta publicación?


Eramos plenamente conscientes de que estábamos haciendo historia, de que el trabajo que estábamos realizando era trascendente, porque la pauta ya la habían señalado Omar Lara con Trilce y Jaime Quezada con Arúspice; es decir, de muchas maneras, el camino ya había sido trazado por ellos. Y, además, Guillermo Deisler ya traía su aureola de las Ediciones Mimbre y también señalaba el camino. Por otra parte, Andrés Sabella nos apoyaba con sus colaboraciones. Nuestro norte, valga el alcance, ya estaba señalado. Faltaba hacer lo propio, lo que correspondía, según nuestras posibilidades, limitaciones y realidad geográfica. Precisamente debido al aislamiento geográfico del Norte Grande quisimos ser continentales (o planetarios) y nos abrimos a toda América: transformamos una limitación, el estar enclavados en medio de un desierto con la cordillera a un lado y el océano al otro en una posibilidad que tuvo éxito. El apoyo que recibimos de Lara y Quezada fue solidario. Millán tuvo mucho que ver con esto, pues él fue quien les comunicó a Trilce y Arúspice de nuestra existencia y así comenzó esta fraternidad tripartita. Una vez afianzada nuestra validez, por así decirlo, dentro del país, nos abrimos hacia América y la respuesta fue igual de solidaria (Perú, Argentina, Cuba, Ecuador, Puerto Rico, Estados Unidos). Pero jamás descuidamos lo nacional: siempre, en cada número de Tebaida, se publicaba una selección de poetas chilenos y, especialmente, los jóvenes inéditos. Cuando Joaquín Gutiérrez, director de la editorial Quimantú, y Elena Nascimento, gerente de la editorial homónima, nos llamaron para ofrecernos la publicación y distribución de la revista a través de la Editorial Nascimento, la rebautizaron Tebaida-Chilepoesía.


Cuando trabajabas en la ex Universidad de Chile de Arica (década del 70) recordamos palabras tuyas como: “Más vale escribir un libro bueno a cien malos” o “Los poetas jóvenes a veces quieren empapelar la ciudad”. Sin duda fueron opiniones de época, pero -aunque son ciertas aquellas expresiones- ¿sigues acuñando esas ideas?

Yo me acuerdo de haber conversado de lo primero contigo, pero lo que dije –creo- o lo que quise decir, es que más vale publicar un libro bueno en una edición de 50 ejemplares que uno malo en una edición de 500. Cómo sea: dije una perogrullada. En cuanto a la segunda frase, no recuerdo haberla dicho, ni en qué contexto, en ningún caso creo que era negativa, pero si tú la recuerdas, así será y puede que me haya referido a esa época de los 70 (antes del 73, por supuesto), en que se empapelaban muros con cientos de carteles de poesía: la Revista Portal tenía un programa llamado Portal Siembra Poesía y editaba carteles en papel de diferentes colores con una foto del poeta, una breve biografía y los poemas que cupieran en el folio. En otro contexto más actual puede que una cita así siga siendo válida si se toma en cuenta la cantidad de poesía, virtual o de papel, que se edita hoy y la función de divulgación y comunicación que facilita el Internet y que tiene directa relación con la ansiedad por publicar que existe entre los jóvenes, que yo comprendo muy bien, la ansiedad. Ahora se quiere empapelar el mundo, no sólo el lugar donde vive el joven poeta.


Si bien algunos (hasta Bolaños) dijeron haberse olvidado de Welden, los que seguimos tus caminos teníamos casi claro que volverías al concierto y lo hiciste. Ahora que apareció Fábulas Ocultas (2006) y la reedición de Perro del Amor (1970) en versión bilingüe, traducido por Dave Oliphant con el título de Love Hound (2006) ¿cómo definirías estos treinta años de silencio en los Estados Unidos?


Mira, de manera increíble, para mí al menos, la cita de Bolaños sobre mi persona y mi poesía se une a otras voces que hicieron eco: Rolando Gabrielli (Panamá), Javier Campos, Dave Oliphant, Francisco Leal (Estados Unidos), Virginia Vidal, Omar Lara, Arturo Volantines, Ana Leyton, Renard Betancourt, Juan Cameron (Chile), José Viñoles (Suecia), tú mismo; así es que esto de regresar, volver, se me ha hecho muy grato y una experiencia feliz. He sentido el respaldo solidario y la bienvenida. En cuanto a los treinta años de silencio, bueno, es la vida, nada más. Mi familia y yo nos fuimos a un exilio, no viajamos a otro país en busca de mejores condiciones de trabajo, fue una imposición, fuimos obligados y salimos de Chile sin ofertas de ninguna clase, sin la ayuda de universidades, partidos políticos o de embajadas, con las patas y el buche, nada nos esperaba en la otra orilla, en cuanto a seguridad económica, sueldo o salario, así es que todo aquello relacionado con la vida literaria tuvo que ser postergado. La responsabilidad hacia la familia, el trabajo por la subsistencia fue lo primordial. El poeta tejano Dave Oliphant escribió en su poema Sabine (en el libro Austin, 1985): “Oliver usó entonces esa expresión popular:/ creerse la muerte en bote/ en sus cartas ya sin ilusión/ por las promesas no cumplidas de su militancia política/ y nunca aceptó el conveniente rol de refugiado político/ víctima del golpe de estado de la CIA/ sino que llegó a Birmingham por sus propios medios/ y salió adelante en silencio”. Cumplí trabajando en bodegas; cargando y descargando camiones; con adultos minusválidos en instituciones estatales; con ancianos solitarios en casas particulares, donde la televisión permanecía encendida durante todas las horas de vigilia ; y en hospicios donde la rutina diaria y nocturna era prepararlo todo, prepararlo todo para la visita que haría, irremediablemente, la muerte. Entonces, perdí el afán de publicar. Ya no me pareció ni interesante, ni importante, ni necesario. Lo que tenía que decir tenía que decírmelo a mí mismo. Era necesario encontrarme a mí mismo, saber quién diablos era yo. Y para esto sí que era importante y necesario escribir y nunca dejé de hacerlo. No se puede dejar de escribir. Ahí están Fábulas Ocultas y mis títulos inéditos que de alguna manera lo prueban y que, con la excepción de Oscura Palabra, todavía no han buscado editor: Corazón de la Sangre, Testimonio del Escriba, y El Libro de Eugenia, que es un título tentativo y que no está terminado, pues es muy reciente. Fueron treinta años de trabajo y aprendizaje, de peregrinación, de ayudar a otros cuando se podía, de hablar poco y escuchar mucho, de verlo todo, todo lo que se podía, de lecturas y contemplación, mucha contemplación. El silencio es bueno cuando proviene de afuera, pero no lo es cuando estás silenciado por dentro. Yo nunca estuve silenciado por dentro. Esos treinta años no fueron la plenitud de mi tiempo, no era mi tiempo. Creo que ahora lo es.


Ya hemos comentado Oscura Palabra, libro que trae con desgarro lo acontecido en Chile desde el 11 de septiembre de 1973 ¿Es para ti este texto todo lo acumulado por tantos años sobre este Chile visto desde la lejanía, el desamparo y al mismo tiempo la nostalgia del exiliado?


Has escogido muy bien esa palabra: desamparo. ¿Y sabes? Para mí esta es la parte más difícil de tu entrevista, porque ese es el libro que llevo en el corazón. Es el que lleva la tinta del duro trabajo y desempleo en tierra desconocida, discriminación y prepotencia, nacimientos y muertes en la familia (algunos cercanos, otros distantes): es decir, desamparo. Son los poemas que me unen al lugar de mi infancia y juventud; un lugar, digo, porque ese país ya no existe y sólo lo llevo -como tal- en el recuerdo y la memoria. Hay una tremenda palabra en inglés que explica este concepto: oblivion. Que no es sólo olvido, sino caer en el olvido y pasar a la inconsciencia, desaparecer. Chile, para mí, es un país que desapareció en oblivion. No es mi ánimo ofender a nadie. Lo que digo aquí no pretende ser irrespetuoso. Es lo que comencé a sentir hace más de treinta años. Y este pensamiento y sentimiento me fueron impuestos con la experiencia del exilio, la distancia, el tiempo o, como dices tú, por todo lo acumulado en tantos años de lejanía, nostalgia y desamparo: yo no los busqué, nacieron y crecieron dentro de mí, no como un tumor o un cáncer, sino como algo peor, como un vacío, un hueco, como una nada. Oscura Palabra es eso: un espacio imposible de iluminar con palabras.





Finalmente, háblanos brevemente de tu nueva vida entre Suecia y España y de tus planes.

Ah, sí… Mi nueva vida… Debo tener mucho cuidado con este tiempo que se me ha dado, debo ser muy cuidadoso con mis quejas y reclamos, debo ser agradecido y no mal agradecido (algo así como dar amor pero nunca desamor), pues estoy consciente de que he llegado a un momento y lugar de mi vida reservado solamente para aquellos de quien se espera que haga algo con toda esta paz y belleza. La callada y blanca Suecia, el brillante y cálido Mediterráneo. He regresado, en el tiempo y en el espacio, al lugar donde América fue imaginada, aunque se suponía que eran otras latitudes. He caminado por los mismos pasillos de los dorados palacios de Castilla y Andalucía, donde el explorador se paseaba, esperando ser recibido por aquellos monarcas que iban a permitirle llegar a otro mundo. Y me he detenido, con los pies en la arena, al borde del Kattegat y el Skagerrak, en el Sur de Escandinavia, de donde pudieron haber zarpado aquellos vikingos hacia América, adelantándose al almirante. Le tengo temor a la historia del mundo ahora que la puedo mirar a los ojos –o acaso la historia me mira a mí- en los castillos y molinos que permanecen sin deterioro en el tiempo, en los rostros y apellidos de Europa que han viajado por generaciones a través de los siglos, en las viejas callejuelas empedradas y retorcidas que conducen a rectos callejones que son más antiguos todavía, en las comidas sabrosas y en los vinos luminosos, en el sol y en la nieve que lo cubre todo sin destruir nada. Y yo estoy aquí. Yo vivo aquí ahora. Quiero creer que de mí se espera que, a mi modo, yo alabe y venere lo que sea digno de estos lugares.

La entrevista fue realizada en enero de 2008.-

editor

martes, 23 de mayo de 2017

Oscar Hanh (Iquique-Chile-1938)






Oscar Hahn es poeta, ensayista y crítico chileno, Nació en la desértica e histórica ciudad de Iquique, en 1938.
Estudió Pedagogía en la Universidad de Chile, y más tarde es profesor de Literatura en la misma universidad de Arica.

Fue apresado después del golpe de Estado en Chile, bajo la dictadura del “asesino” Augusto Pinochet Ugarte. Posteriormente radicó en EE.UU. donde se ha dedicado a la docencia, inicialmente en la Universidad de Maryland y actualmente en la Universidad de Iowa.
Su obra poética se inició en 1961 con «Esta rosa negra», al que le siguieron, «Agua final» en 1967, «Arte de morir» en 1977, 
«Mal de amor» en 1981, «Imágenes nucleares» en 1983, «Flor de enamorados» en 1987, «Estrellas fijas en un cielo blanco» en 1989, «Versos robados»  y «Antología virtual» en 1996.  Obtuvo el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile y el Premio Municipal de Santiago. Ahora en el 2012, iniciado el mes de septiembre, se le otorga el Premio Nacional de Literatura, el más grande galardón que otorga Chile.




Cafiche de la muerte

Cómo carne de cóndores hirvientes
o de tordos quemados como cresta
del rojo al negro se cambió la fiesta
y en silencio se fueron los clientes.
Se nos vació no más todo el prostíbulo
se vaciaron las camas y los bares
y todas las que estábamos de a pares
sollozamos de a una en el vestíbulo.
Por el pasillo viene la señora
siempre tan maternal siempre a la hora
con su taza de té y un trago fuerte.
Para qué te moriste desgraciado.
Mira mi pobre cuarto desolado
tipo traidor: cafiche de la muerte.




Ciudad en llamas

Entrando en la ciudad por alta mar
la grande bestia vi: su rojo ser
Entré por alta luz por alto amor
entréme y encontréme padecer
Un sol al rojo blanco en mi interior
crecía y no crecía sin cesar
y el alma con las hordas del calor
templóse y contemplóse crepitar
Ardiendo el más secreto alrededor
mi cuerpo en llamas vivas vi flotar
y en medio del silencio y del dolor
hundióse y confundióse con la sal:
entrando en la ciudad por alto amor
entrando en la ciudad por alta mar




De cirios y de lirios

El lirio azul el lirio fucsia el lirio
de color colorado el lirio triste
con pétalos de cera se reviste
y va a la fiesta convertido en cirio

En cirio gris en cirio negro en cirio
de las aguas sin luz en cirio triste
que al llegar de la fiesta se desviste
y vuelve a ser en el jardín un lirio

O este espejo se está poniendo viejo
o lo que estoy mirando es un delirio
dice la flor hablándole al espejo

Adentro del azogue brota un cirio
y al tiempo que se enciende su reflejo
al fondo del jardín se apaga un lirio




El hombre

Emergió de aguas tibias
y maternales
para viajar a heladas
aguas finales.

A las aguas finales
de oscuros puertos
donde otra vez son niños
todos los muertos.


En una estación del metro

Desventurados los que divisaron 
a una muchacha en el Metro 

y se enamoraron de golpe 
y la siguieron enloquecidos 

y la perdieron para siempre entre la multitud 

Porque ellos serán condenados 
a vagar sin rumbo por la estaciones 

y a llorar con las canciones de amor 
que los músicos ambulantes entonan en los túneles 

Y quizás el amor no es más que eso: 

una mujer o un hombre que desciende de un carro 
en cualquier estación del Metro 

y resplandece unos segundos 
y se pierde en la noche sin nombre.




Gladiolos junto al mar

Gladiolos rojos de sangrantes plumas
lenguas del campo llamas olorosas:
de las olas azules amorosas
cartas os llegan: pálidas espumas

Flotan sobre las alas de las brumas
epístolas de polen numerosas
donde a las aguas piden por esposas
gladiolos rojos de sangrantes plumas

Movidas son las olas por el viento
y el pie de los gladiolos van besando
al son de un suave y blando movimiento

y en cada dulce flor de sangre inerte
la muerte va con piel de sal entrando
y entrando van las flores en la muerte




HOTEL DE LAS NOSTALGIAS

                                                            Música de Elvis Presley

Nosotros
los adolescentes de los años 50
los del jopo en la frente
y el pucho en la comisura

los bailatines de rock and roll
al compás del reloj

los jóvenes coléricos
maníacos discomaníacos

dónde estamos ahora
que la vida es de minutos nada más

asilados en qué Embajada
en qué país desterrados

enterrados
en qué cementerio clandestino

Porque no somos nada
sino perros sabuesos

Nada
sino perros



Invocación al lenguaje

Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.
Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y tus significados
y tu látigo húmedo
para tiranizar mi pensamiento.
Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima,
porque me marcho al tiro al país de los mudos
y de los sordos y de los sordomudos.
Allí van a arrancarme la lengua de cuajo:
y sus rojas raíces colgantes
serán expuestas adobadas en sal
al azote furibundo del sol.
Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.



Mal de amor



No seas vanidosa amor mío
porque para serte franco
tu belleza no es del otro mundo
Pero tampoco de este.



Misterio gozoso

Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro
            mismo
del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas
tostadas por un sol calientísimo el muy cabrón
            ayúdame
a ser mejor amor mío limpia mis lacras libérame de
            todas
mis culpas y arrásame de nuevo con puros pecados
            originales, ya?




lunes, 3 de septiembre de 2012


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