domingo, 5 de noviembre de 2017

Los 90 años de Enrique Lafourcade



Escribe: José Miguel Ruiz
(extraído de "El Mostrador": El mostrador)

Mi amigo el poeta Rodrigo Verdugo –un poeta verdadero que quedará en la historia de la poesía chilena– me ha recordado que Enrique Lafourcade cumplió 90 años, en su retiro de Coquimbo. Hace mucho tiempo que no sé de este (lo seguí por mucho tiempo en sus crónicas dominicales de “El Mercurio”), salvo que vive en Coquimbo con su mujer y sus olvidos. Pero es bueno recordarlo. Hace muchos años escribí un artículo en un diario de San Antonio, "El Líder”, escribiendo que creía que Lafourcade era merecedor del Premio Nacional de Literatura. No hubo eco alguno. Es posible que tampoco ahora, pero él es un escritor que lo merece. Durante muchos años animó la vida intelectual chilena, como escritor, como crítico, como “tábano” socrático, interpelándonos siempre. Un día se retiró con su mujer a Coquimbo o sus alrededores, prefiriendo el “alejamiento del mundanal ruido”, sin decir nada más, seguramente influido por sus maestros, Luis Oyarzún, Roberto Humeres y quién sabe si su amigo –del que mucho escribió– el poeta Eduardo Molina Ventura, del cual sabemos más por el mito que por lo que él contó de sí. Hay gente que necesita hablar de sí misma, pero están también aquellos de los que otros hablarán. Son los que me apasionan.
Conocí a Enrique Lafourcade cuando yo era un joven que llegaba a estudiar a la capital –a conocer gente que nunca he olvidado, Teresa Calderón, Mercedes Echenique, Cristián Rosemary, Ángel Cossio y otros que saben que están presentes en estas líneas o mi recuerdo–. Estuve alguna vez en su casa, creo que en Pedro de Valdivia Norte –y si me equivoco, importa poco–, fuimos con mi viejo maestro Roberto Humeres; otra vez, con Jorge Teillier estuvimos en la casa del poeta Fernando de la Lastra en la costa, no recuerdo exactamente dónde, pero sí el mar, esa vista hacia todo el mar, en los faldeos de una colina que permitía encontrarse con el mar profundo y cotidiano, el mismo que vio Neruda; otra vez en casa de la pintora y escultora Cristina Wenke, la compañera del poeta Jorge Teillier, y este convaleciente de alguna crisis de salud y allí llegó Enrique Lafourcade, a acompañar a su amigo el poeta, en San Pascual 355, u otro número. Es lo que recuerdo. Una vez más en la Plaza Mulato Gil de Castro, cuando con Fernando Balmaceda habíamos ido a buscar a Eduardo Molina de su retiro en un campamento donde vivía con quienes lo habían recibido –el campamento Juan Francisco Fresno, donde fue acogido ese histórico de la poesía chilena, el poeta Molina, que ese día, seguramente en el lanzamiento de algún libro de Lafourcade, asistió a ese mundo que ya no era el suyo–; otro día, ya lejos del tiempo que narro, en un lanzamiento de un libro en San Antonio. Otro día dejé de saber de él. Otra vez en el funeral de Molina en el Cementerio General, allí atrás, como si quisiera pasar inadvertido, mientras sepultaban, en una sepultura familiar –Lavín-Ventura–, al poeta Molina, donde quizás pocos lo han visitado. Allí estaba Lafourcade entre las tumbas de las cercanías, silencioso, meditabundo, solitario. Molina había sido un amigo e inspirador de artículos e, incluso, de una novela. Un día cualquiera dejé de saber de él, Teillier ya había muerto, Roberto Humeres mucho antes y otros amigos, hasta que un día supe que se había retirado con Alzheimer a Coquimbo. Pasó el tiempo, y me entero de que cumple 90 años. Retirado de todo este autor que escribió un clásico de la literatura chilena, “Palomita Blanca”, y otras obras, entre ellas “Mano Bendita”, libro del cual alguna vez escribí un artículo en el diario mencionado anteriormente. ¡Qué hombre más decidido en su tiempo!, ¡qué olvido de él ahora!, ¡qué valiente en su lucidez!, ¡qué polémico en sus días!: Lafourcade, ahora casi olvidado y que no recuerda él mismo parte de su historia, es un gran escritor y digno de todos los reconocimientos y, por cierto, del Premio Nacional de Literatura, aun cuando ya pudiera ser solo algo simbólico. De seguro que me apoyarían notables hombres de las letras e intelectualidad chilenas de la Generación del 50, enormes en sus sueños y en su retiro eterno: Roberto Humeres, Luis Oyarzún, Eduardo Molina, Jorge Teillier, y otros que conocieron a este “tábano”, a este escritor chileno refugiado en el olvido y el desprendimiento propio de los grandes espíritus.
José Miguel Ruiz (1956). Es profesor de Castellano, titulado en la P. Universidad Católica de Chile, autor de artículos en diversos medios. Autor de "El balde en el pozo" (Ed. El Placista, 1994),"Jorge Teillier, poeta de la lluvia" (breve antología, Ed. Platero, 1996), y el libro de relatos poético-infantiles "Cuentos de Paula y Carolina", con ilustraciones de Diego Artigas San Carlos (Ed. Platero, 1997; reeditado por Ed. Forja, 2011), entre otros títulos.
  • El contenido v


domingo, 6 de agosto de 2017

Guapos de verdad






VIRGINIA VIDAL
(1932-2016)

"Estás muy guapa” me dijo una amiga que no veía hace tiempo. Me quedé desconcertada, porque yo le sonreía y la estaba saludando con cariño. Pensé entre mí que no se me había pasado por la mente ofenderla o demostrarle animadversión.

Me crié en esta ciudad, en este país, en este continente donde de norte a sur los guapos fueron siempre muy severos, rudos, tercos, capaces de imponerse por su carácter firme: los padres, por ejemplo. También eran guapos los trabajadores responsables, diligentes y aperrados. Y eran guapos los niños pequeñitos que hacían un gesto de enojo o disgusto, ahombrándose. Se les podía aplicar burlonamente el calificativo a quienes se molestaban por un quítame allá estas pajas o y a los pendencieros o de mal carácter. 

No deja de asombrar que de un día para otro por obra y gracia de ciertos animadores de televisión que anduvieron de paseo por España, le cambiaran el sentido a las palabras a tal punto que a esos bizarros, valientes y corajudos varones los convirtieron en guapos y en guapa a toda mujer bella, a la cual también se le podría decir hermosa, linda, preciosa, agraciada, apuesta, atractiva, buena moza y, si se está obligado a reconocerlo con reticencias admitir que no es nada de fea, es de buen ver o pega su chirlo.

La guapeza es un valor de seres ávidos de justicia al margen de la justicia. ¿Qué diría de tanto irrespeto “El guapo” de Evaristo Carriego? Ese mismo a quien 

“Le cruzan el rostro, de estigmas violentos, 
hondas cicatrices, y quizás le halaga llevar
imborrables adornos sangrientos: 
caprichos de hembra que tuvo la daga”. 

Se trata nada menos de un hombre que “desprecia el peligro sereno y bizarro”. Imposible perder su imagen: 

“Y allá va pasando con aire altanero,
luciendo las prendas de su gallardía,
procaz e insolente como un mosquetero 
que tiene en su guardia la chusma bravía”.

Bizarro es decir altivo, garboso, gallardo, osado, audaz, intrépido, valiente, generoso, espléndido. Ahora, los mismos animadores de matinales que tradujeron a medias algo del francés o del inglés transformaron a los bizarros héroes que nos enseñaron a admirar el coraje, en “extravagantes”, “raros”, anormales, fastidiándonos al Cid Campeador, a Sandokán, a Don Quijote de la Mancha, a todos los héroes que nos impulsaban a mejorar el mundo.

Pese a todo, ha quedado inscrito para siempre en nuestra memoria ese “Hombre de la esquina rosada”: “¿Qué iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones pero blandos para el castigo, boca y atropellada no más? Sentí después que no, que el barrio cuanto más aporriao, más obligación de ser guapo”.

Más adelante Borges afirma: “Añadí, medio desganado de guapo:
¿Quién iba a soñar que el finao, que asegún dicen, era malo en su barrio, juera a concluir de una manera tan bruta y en un lugar tan enteramente muerto como éste, ande no pasa nada, cuando no cae alguno de ajuera para distrairnos y queda para la escupida después?”

Pedro Lemebel en su Caupolicán (o la virilidad empalada del alma araucana), fragmento de “Nefando, Crónicas de un pecado”, acierta señalando la esencia machista absoluta:
“Pero este baile del guapo a guapo, tangueando la conquista y que nos enseñaron en el colegio, escribe solamente un tratado hombruno de la historia, un espejo de machos obcecados rivalizando un territorio, peleando la administración del mapa americano”.

Nicolás Rosa en su ensayo “El paisano ensimismado o la tenebrosa sexualidad del gaucho” afirma que “La multiplicidad de las muertes está organizada no por el "crimen gaucho" literalmente defensivo y justiciero, social y político, sino por la vendetta o camorra: son crímenes producidos por la alevosía y el fanfarroneo, desestimando el carácter "heroico" de la criminalidad gauchesca anarquista y celebratoria de un valor: la guapeza”.

No olvidemos a los guapos de la Vega, del Matadero, de San Miguel, la Estación Central: guapos de verdad que no andaban guapeando. Dárselas de guapo y “aniñarse” no servía de nada si no se afrontaba el peligro y se demostraba con hechos la valentía.


Revista Punto Final N° 845. 22.01.2016.

Extraído de:



sábado, 15 de julio de 2017

A treinta años de la publicación de la Nueva Novela



A TREINTA AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE LA NUEVA NOVELA
Sergio Madrid Sielfeld
(Iquique, Chile. Poeta y académico: Ejerce en Valparaíso)


A treinta años de la publicación de La Nueva Novela, y a catorce años de la desaparición del autor, se puede hacer una apreciación referida a la figura de Juan Luís Martínez, sin más criterio que el del tiempo y las sucesivas generaciones que han asistido con sorpresa ante un libro que, mal que mal, ya está instaurado en la tradición. Demás está decir, que hubo profesores universitarios que no aceptaron que sus egresados hicieran sus tesis en La Nueva Novela, arguyendo excusas literarias de las más finas, como es el caso de la tesis nunca finalizada de Ricardo Cárcamo, cuyo profesor guía, Adolfo de Nordenflicht, desestimó. En Santiago, en cambio, más menos por la misma época, Roberto Merino había hecho su tesis sobre el mismo libro. No es de extrañarse que sucedan este tipo de contradicciones, tratándose de un libro que se resiste a la clasificación genérica convencional y que, como toda gran obra, es la invención de un género.
Al parecer, la resistencia hacia La Nueva Novela, se ve acuartelada principalmente en nichos académicos o academicistas regionales de la misma época en que Juan Luís vivía. Por lo demás, su personalidad iluminada no carecía del revés violento, la agresión y la bofetada. Sin duda, algunos le temieron, así como otros le envidiaron. Y fueron reticentes a aceptar la obra de Martínez en toda su dimensión e importancia. Mal que mal, un autor que no había terminado la enseñanza media, había indagado en las profundidades del alma contemporánea, con herramientas de vanguardia que superaban por lejos los intentos poéticos meramente literarios (al pie de la letra) y que, en profusión de significantes, había elaborado una retórica extrema donde la palabra, tal como la conocemos, no funcionaba ya como dicta la tradición al uso, sino de una manera más real. Por eso Juan Luís Martínez es un poeta, no un escritor, y probablemente el mejor conversador de su época, tal como decía Yeats de Wilde.
Hoy en día hay jóvenes críticos y artistas que lo valoran como artista visual, cosa que seguramente deja en buen pie a los literatos que le restaron importancia literalmente literaria. Sin embargo, no puede desconocerse que su obra visual tiene como presupuestos principales a autores como Baudelaire y Rimbaud, Lautréamont y Mallarmé. Sus referentes daban cuenta de un profundo conocimiento literario en lo que a poesía moderna se refiere. Él mismo proponía que Una Temporada en El Infierno es un libro que uno debería leer todos los días. 
La Nueva Novela es un libro cosmológico, que persigue el sentido estructural más que sus efectos de belleza. No me cabe duda de que Juan Luís había sentado a la belleza en sus rodillas muchas veces, y que la había encontrado amarga y la injurió. Asimismo, pudo injuriar a todos aquellos que quisieron sentarse gratuitamente en sus rodillas, sin que le temblara el temple. No aceptaba hipocresías ni autocomplacensia de parte de jóvenes que aspiraban a ser poetas en tanto se aseguraban el sustento de la manera más burguesa. Juan Luís no los humillaba, los desenmascaraba ante sí mismos. No hace mucho conversaba, en Santiago, con un exitoso abogado ya no tan joven y me decía, con frustración, que él no había tenido las agallas para dedicarse a la poesía. Eso lo había aprendido de Juan Luís Martínez. La ética, como decía, es el pan de cada día.
Bajo su alero o su diálogo se formaron poetas como Raúl Zurita y Gonzalo Muñoz, Roberto Merino, Eduardo Vasallo y muchos otros. Sin embargo, su influencia moral trascendió el mundo de los poetas, y se extendió a muchas vidas anónimas que por cuestiones del azar de la vida, se encontraron con él. Asimismo, era impresionante el respeto que inspiraba en los jóvenes poetas de entonces. A mí, en lo personal, me gustaba a veces incomodarlo. Era como encender un polvorín de ironías.

La Nueva Novela (Juan Luís Martínez) fue publicada por el autor en 1977, y representó, desde el punto de vista editorial, todo un desafío. Asimismo, se consagró como una obra inclasificable desde la perspectiva de los géneros, dando paso a una poesía que extiende las posibilidades del lenguaje, vinculando distintos sistemas semióticos para conformar un nuevo sistema, o dicho de otra forma, superando la oposición entre el lenguaje visual y el lenguaje verbal, superando asimismo la oposición entre forma y fondo, signo y soporte.
Los referentes de La Nueva Novela son diversos, entre ellos algunos que no pertenecen naturalmente al dominio poético, como son la noción de signo de Saussure, la geometría no-euclidiana de Gauss y Lobatchevsky, entre otros. Como fuere, estos referentes, en lo que a la tradición se refiere, corresponden en su mayoría a la chispa vanguardista de principios del S. XX, por lo que puede clasificársele de obra neo-vanguardista.
Se convirtió desde entonces, a pesar de la incomprensión inicial por parte de la crítica oficial, en un libro de culto en el concierto poético chileno. La segunda edición (1985), también a cargo del autor, de carácter facsimilar, vino a reconfirmar esa sorpresa inicial, y a consagrarse probablemente como uno de los libros más importantes en la poesía chilena del S. XX. El propio autor se ocupó de su distribución y su venta, escamoteando toda aparición pública del autor por sobre la obra, haciéndose presente sólo en su negación. El libro, como obra singularísima, ha mantenido desde entonces un alto costo en el mercado, aun después de la muerte del autor, acontecida en el año 1993.
Hoy por hoy, esa segunda edición se agota, haciéndose urgente una tercera edición, representando una vez más, un auténtico desafío editorial. Pues hay que considerar que este peculiar libro incluye diversos tipos de papel, entre ellos papel secante, transparencias, papel de volantín, etc., además de hojas troqueladas y un par de anzuelos en la página 75, así como la inclusión de banderitas chilenas (papel volantín) y un papiro chino.
La Nueva Novela, lejos de ser olvidada, sobrevive en la actualidad a pesar de aislados detractores. Su complejidad, su noción cosmológica del libro, esa suerte de realización del sueño mallarmeano, su calidez y su carácter lúdico, su inusitada profundidad, la inmanencia de su lenguaje, la ubican como un referente obligado entre los artistas, académicos y estudiantes de las actuales generaciones. 

Crónica escrita en 2007.-


Lecturas de El Quijote (Segunda parte)







Por Guillermo Rivera



1. Según lo anterior – nos hemos adentrado en ese laberinto de anaqueles y molinos, corredores y traducciones, que se fundamentan en algún otro lector alucinado.


2. La literatura se extiende así de muy diversos modos, tanto dentro como fuera de la novela. Juan Goytisolo, por ejemplo, señala dentro de la obra todas las controversias literarias, los cuestionamientos, y en especial la crítica de lo inverosímil en las novelas de caballería que leemos en el capítulo cuarenta y ocho. Se detiene, al mismo tiempo, en el juego antitético entre la realidad y la ficción, el ser y la apariencia, mediante la contraposición ventas/castillos, molinos/gigantes, prostitutas/nobles doncellas, etc.


3. Existe una lectura particularmente fascinante, desestabilizadora, en ese singular delirio de Kafka. Nos expresa éste que es, precisamente, Sancho Panza quién con el correr de los años conjuró una cantidad de novelas de caballerías y bandoleros, logrando apartar de sí a su demonio. Sancho dio en llamar a ese demonio Don Quijote, el que pronto se hizo dueño de su propio autor y se convirtió en amo de Sancho Panza. 
Evidentemente que ésta interpretación nos remite a Roa Bastos quien toma “La verdad sobre Sancho Panza”, escrito alrededor de 1917, para ponerse a reflexionar como autor acerca de su propia obra.



4. Roa Bastos destaca en su ensayo, aquella parte donde Kafka concluye: “La desgracia de Don Quijote no es su fantasía, sino Sancho Panza.” Lo que significa elevar a la doble potencia el poder de la fantasía, pues nos hemos enterado por Kafka que Sancho es el verdadero autor de “la cantidad de libros de caballería”, cuya incesante lectura acaba por sacar del juicio a Alonso Quijano (lector) y transformarlo en Don Quijote, demoledor de mitos y embelecos de la caballería - que persisten como vestigios de una edad ya muerta.


5. Podemos agregar, desde esta perspectiva, alguna fascinación, algún disgusto, que emana de la producción de sentidos de la novela. En un nivel de lectura es Don Quijote un señor que ha perdido el seso; en otro, un lector de novelas de caballería que resulta autor de su propia épica, extraviado en un mundo que no se parece a la lectura que ha hecho de él.


6. Capaz Don Quijote de preservar una tradición de época a través de la lectura de novelas de caballería, pero incapacitado para actualizarla a su experiencia, ni a la totalidad del mundo que se constituye a su alrededor, el caballero aparece sujeto a una situación inédita: héroe nacido de la lectura, vuelve a ella exagerado. Es decir, vuelve para ser escrito, publicado, plagiado; vuelve, en definitiva, para ser leído.
Don quijote, según Carlos Fuentes, es una doble víctima de la lectura y pierde el juicio dos veces. Primero cuando lee, y luego cuando es leído.



7. Lectura de sí mismo, lectura de otros, otras lecturas, que lo obligarán a crearse. En cuanto objeto de una lectura que comienza a vencer la realidad nuevamente desplazándolo y orientándolo al quiebre de su propio hechizo: recobrar la razón. 
Es el suicidio, pues la realidad le remitirá a la muerte. 

Crónica escrita en 2007.-

jueves, 29 de junio de 2017

La cabaña de Welden (1946-2021) y Galaz (1936-2003)



La cabaña de Oliver Welden y Alicia Galaz, en Montes Apalaches, Boone, Carolina del Norte, 1987-1998.



FOTOTECA DE OLIVER WELDEN.-

Frente a la tumba de Merton


Oliver Welden (1946-2021), frente a la tumba de Tomas Merton (1915-1968), en el Monasterio de Getsemaní, Kentucky-EE:UU:, en 1995.



FOTOTECA DE OLIVER WELDEN.-

martes, 27 de junio de 2017

Welden en la Abadía de Getsemani


Oliver Welden (1946-2021) en la Abadía de Getsemani, Monasterio de Tomas Merton (1915-1968), escritor estadounidense católico y místico, sacerdote, poeta y activista social. La foto corresponde a Kentucky, EE.UU., en 1995.



FOTOTECA OLIVER WELDEN.-

Welden, Etcheverry



Oliver Welden (1946-2021) junto al poeta chileno residente en Canadá Jorge Etcheverry  (1945), en Toronto, 1996.



FOTOTECA OLIVER WELDEN.-











Welden, Oliphant, Galaz

Welden (1946-2021) junto a Dave Oliphant, poeta, traductor y ensayista estadounidense (Texas-1939) y Alicia Galaz (poeta chilena 1936-2003), en Virginia EE.UU., en 1997.



FOTOTECA OLIVER WELDEN.-

Welden, Lara, Galaz.


Oliver Welden (1946-2021), junto a los poetas chilenos Omar Lara (1941) y Alicia Galaz (1936-2003), en Santiago-1996.


FOTOTECA OLIVER WELDEN.-

Díaz Varín, Welden.



La poeta chilena Stella Díaz Varín, (1926-2006) conocida como "La Colorina" y perteneciente a la Generación del 50, junto a Welden (1946-2021) en el año 1990, en Santiago.


FOTOTECA OLIVER WELDEN.-

Junto a Galaz y Quezada



Los poetas chilenos Alicia Galaz (1936-2003); Jaime Quezada (1942), y Oliver Welden (1946-2021), en una lectura en la Sociedad de Escritores de Chile (Sech), del año 1990.-


FOTOTECA OLIVER WELDEN.-

jueves, 15 de junio de 2017

Fototeca Oliver Welden



Oliver Welden (1946-2021) y el escritor Luis Sepúlveda  (1949-2020))  (En casa de Sepúlveda, en Gijón, 2009)

Fototeca Oliver Welden


En una lectura en la histórica casona de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), en 1990. De izquierda a derecha: Pablo Guiñez (Poeta chileno-1929-2020); Alicia Galaz (poeta chilena-1936-2003) y Oliver Welden (1946-2021).

Fototeca Oliver Welden



El poeta Rolando Cárdenas (1933-1990) y Oliver Welden (1946-2021), dialogan en la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), en 1990. En octubre de ese mismo año fallecería Cárdenas.

domingo, 11 de junio de 2017

JUAN GELMAN




JUAN GELMAN. Buenos Aires, Argentina 1930-México D.F. de 2014 . Premio Cervantes 2007; Premio Konex de Platino 2004; Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 2000; los Premios Iberoamericanos de Poesía Ramón López Velarde 20003, Pablo Neruda 2005 y Reina Sofía 2005.




Gotán”

yo no escribí ese libro en todo caso
me golpeaban me sufrían
me sacaban palabras
yo no escribí ese libro entiéndanlo

así, estará mejor o muy peor
visto nomás que la poesía
gira en sus propios brazos nada
teniendo al fin que ver con ella

a ver testículos los míos vuelen
pero a ver si se dejan de doler
hay que dejarme solo furia
bajo mis capas de tabaco

Hay que dormirme el corazón
el dulce no da más
bestias de amor que me lo comen
yo nunca escribí libros


* de Cólera buey (1971)










Pensando sus huesitos


pensando sus huesitos cuando llueve/los compañeros
pisan la sombra/parten de la muerte/
circulan en la noche sensitiva/
oigo sus voces como rostros vivos

arder en la mitad de la batalla/
caer/subir/quejarse/ansiar amor
como otro amor mejor/están salidos
pero no sosegados/golpean la

puerta de esta prisión o entendimiento/
roque extiende su luz o dignidad/
pedro escribe en los muros de la sed/
claudia derrama su hermosura como

de claridad vestida/nada piden
para sí/van desnudos/sangran mundo/
callan de penas admirablemente/
esperan que empecemos otra vez

* de Si dulcemente (1980)




Oración de un desocupado


Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena
y pena, rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay
trabajo, no hay, bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello.




Claro que moriré y me llevarán…


claro que moriré y me llevarán
en huesos o cenizas
y que dirán palabras y cenizas
y yo habré muerto totalmente

claro que esto se acabará
mis manos alimentadas por tus manos
se pensarán de nuevo
en la humedad de la tierra

yo no quiero cajón
ni ropa

que el barro asuma mi cabeza
que sus orines me devoren
ahora

desnudo de ti.  

sábado, 10 de junio de 2017

Fallecida escritora Virginia Vidal habló de mi despido el 2010 del CNCA (Se trata de documento fechado el año 2011 y que reactualizo ahora)

La fallecida y destacada escritora chilena Virginia Vidal (1924-2016), el año 2011 fue una de las pocas que se refirió a mi despido del Consejo de la Cultura y las Artes  (Valparaíso),  (2010-14). Hoy, al cambiar estos documentos a mi nuevo blog (Extramuros83 N°2) reactualizo este archivo.

Carta de la escritora y periodista chilena Virginia Vidal al presidente de la Sech con fecha 7 de junio de 2011, en torno a: "RELATO Y RETRATO DE MI DESPIDO DEL CONSEJO DE LA CULTURA"

Estimado Reynaldo:
La forma en que se ha despedido a nuestro compañero Carlos Amador Marchant del Consejo de la Cultura es denigrante. Lo menos que podemos hacer es acoger su pedido y presentar una protesta ante el ministro,  a más de una declaración pública.
Es vergonzoso el uso que del trabajo y aporte de los escritores se hace para después  tratarlos como a siervos de última clase.
Pienso que Carlos Amador debió comunicar esto en cuanto sucedió, pero su prudencia y discreción sólo hablan bien de él.
Cordiales saludos,
Virginia Vidal.
Sobre Virginia Vidal:
Pocos saben que Virginia Vidal fue la única periodista latinoamericana que asistió a la entrega del Nobel al poeta Pablo Neruda. Y que luego del "golpe" acompañaría a Matilde Urrutia -desde 1974 a 1976- en el traslado de la biblioteca del poeta a la ya restaurada Chascona, recuperada en parte del saqueo y la indignidad.
No son muchos tampoco los que saben que al salir exiliada de Chile, en 1976, fue reportera y locutora del mítico "Escucha Chile", noticiero moscovita que informaba al mundo de la realidad de un país sometido bajo las botas militares.
De Moscú la aguerrida Virginia se traslada a Venezuela, donde seguirá trabajando de corresponsal para el famoso programa radial y se dedicará a escribir en diferentes medios de comunicación de ese país.
Vuelve a Chile en 1986 y su pluma comienza a combinar la crónica periodística con el ensayo, el cuento y la novela, con una fuerte tendencia a la crónica y a los caminos de la nueva novela histórica.. Es autora, entre otras obras, de Rumbo a Itaca, Ed. Pomaire, Venezuela, 1987 ; Cadáveres del incendio hermoso Ed. Andrés Bello, Santiago, 1990 (Con esta novela obtuvo el Premio María Luisa Bombal); Balmaceda. Varón de una sola agua, Ed. Los Andes, Santiago, 1991; Testimonios de Francisco Coloane, Ed. Universitaria, Santiago, 1991; América de a caballo, Ed. La Noria, Santiago, 1992; Agua Viva. Gabriela Mistral y la juventud. Ed. Texido, Santiago, 1994; Javiera Carrera, Madre de la Patria, Ed. Sudamericana, Santiago, 2000; Oro, veneno y puñal, Ediciones Brosquil, Valencia, España, 2002. "Hormiga pinta caballos" (2007) entre otros.
También es coautora de Los Rostros de Neruda, 1998 y de Morir Es La Noticia, 1997. En el año 2005 encabezó la edición de Crímenes de mujeres, antología de cuentistas chilenas
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TESTIMONIO DEL AÑO 2011 (SOBRE DESPIDO EN EL AÑO 2010)

"+Testimonio de abuso de poder del gobierno desde el año pasado hasta estos días.
 (Entre Jefes y Jefes y más Jefes)

El 16 de junio se cumpliría un año de mi despido.

Esto comenzó desde esa fecha y hasta estos días se sigue repitiendo.

Dejo este testimonio para observar el ambiente de hoy.

Todo hombre tiene derecho al trabajo. Sin embargo frente a la vulnerabilidad de éstos se usa la muletilla "SON TRABAJADORES MAL EVALUADOS POR SUS JEFES":

Aquí va el testimonio:


“El viernes 14 de mayo de 2010, alrededor de las 16 horas, fui llamado a la oficina del Jefe de Administración General del Consejo de la Cultura. Allí, se hallaba sentado el Jefe de Logística, quien estaba cumpliendo una labor de veedor.
El Jefe de Administración me lee una notificación que tenía en sus manos, en donde se estipulaba que mis funciones cesaban el 15 de junio. Una vez que culmina de leer el texto, me conmina a firmar el documento sin pedirme algún comentario al respecto.
Le solicité me diera alguna razón justificada del despido, y él dijo que esta resolución provenía de Santiago, por lo tanto no tenía idea del pronunciamiento.
Una vez que le expresé que esta situación me parecía anómala, le señalé que no firmaría el documento. Una semana después el mismo comunicado llegó a mi domicilio.
En la notificación se me comunicaba que tenía derecho a hacer uso de mis vacaciones y de los días administrativos acumulados hasta la fecha, lo que no hice, optando por seguir trabajando hasta el último día (gratis).
En el transcurso de las semanas busqué alternativas para averiguar los motivos de mi cese de funciones, pidiendo a la secretaria de gabinete me diera acceso a dialogar con la Asesora del Ministro Cruz Coke. Tal cometido no se logró, debido a que ésta adujo que esto tenía que verlo el Jefe de Gabinete de Subdirección.
El viernes 4 de junio le pregunté a mi Jefe de Sección, y quien firmaba mes a mes los informes de cumplimiento de funciones para la cancelación de sueldos, si había algún reparo a mi comportamiento como trabajador público, a lo que respondió en forma negativa.
Frente a esta afirmación le solicité me acompañara a hablar con la Asesora del Ministro.
Ese mismo día en la tarde (4 de junio de 2010), en el pasillo de Gabinete logramos hacernos espacio, casi a escondidas, para dialogar con ésta.
A ella le expresé que estaba a mi lado el Jefe Directo de sección, para constatar que mi comportamiento laboral era bueno, y que deseaba saber el verdadero motivo de mi cese de funciones. La Jefa de Gabinete entró en una serie de contradicciones y finalmente dijo que en unos días más (porque estaba muy ocupada) daría una respuesta definitiva a mi solicitud y que, según ella, emanaría de Recursos Humanos. La respuesta nunca se produjo, y el día jueves 10 se hace circular una resolución exenta donde se estipula mi cese con fecha final 15 de junio de 2010.
Es decir, nunca se dijo el motivo.”

Al paso de las semanas se presentó una demanda en los Tribunales del Trabajo de Valparaíso. Ésta se perdió. Unos meses después se apeló en la Corte con los mismos resultados..
Debo hacer notar que “El Consejo de la Cultura puso como testigo en los Tribunales del Trabajo al mismo hombre que era mi Jefe de Sección, quien en esta ocasión dio vuelta todas las versiones y terminó siendo mi detractor”. Así se manejan las cosas en este momento.
Pertenezco al primer grupo de los exonerados del Consejo de la Cultura en Valparaíso, (año 2010).
Más tarde fueron entrando a esas listas más trabajadores tanto en el puerto como en el resto del país, sin dársele una razón explícita a ANFUCULTURA, que es el sindicato de los trabajadores del Consejo.
Pues bien, en estos días empiezo a ver en Facebook informaciones de este sindicato donde se señala que comenzó una nueva ola de despidos. Aquí no se trata de decir o gritar: ¡hasta cuándo!, sino más bien poner sobre la mesa del mundo estos hechos.

Hace unas semanas he comenzado, en mi calidad de escritor, a subir a mi blog algunas crónicas relacionadas con la historia de nuestro país y sus atrocidades en cuanto a la clase trabajadora. Y no lo he hecho porque sea mi “fuerte”, sino porque es necesario mostrar algo de esto para darnos cuenta de un pasado que sigue golpeándonos.


Carlos Amador Marchant 
Escritor-Valparaíso-Chile
6 de junio de 2011

martes, 6 de junio de 2017

Fototeca del poeta Oliver Welden


Oliver Welden (Santiago1946-2021) es un poeta chileno de la llamada generación dispersa o de la diáspora. Residió desde el año 2011 en España.


N.de la R. : "La Revista Extramuros83 N° 2" ha creado esta nueva sección con fotos exclusivas del poeta chileno radicado en España, Oliver Welden. La iniciativa busca generar aportes a las letras nacionales y del exterior mediante archivos de relevancia históricas. Para su uso se solicitará respetar y citar la fuente. Con esta primera foto, y mediante gentileza del propio autor, damos inicio a esta "Fototeca Oliver Welden".



Oliver Welden (1946-2021) y Ricardo Pochtar, poeta y traductor de Umberto Eco (El nombre de la rosa, El péndulo de Foucalt)); Giuseppe Tomasi de Lampedusa (El gatopardo); Marqués de Sade (La filosofía en el tocador): entre otros títulos. ( En visita a su casa en Gijón, Asturias, 2008 ).-

viernes, 26 de mayo de 2017

Una mirada a Víctor Rojas Farías





por  Carlos Amador Marchant


Rojas Farías nació en Punta Arenas en 1960. En la actualidad radica en Valparaíso, pero es un viajero incansable. Profesor de Literatura y cronista. Ha publicado: Tango Dos (1986); La Gran Enciclopedia del Mar (1999). “Valparaíso, el mito y sus leyendas” Aparece en: Valparaío, versos en la calle, de Ennio Moltedo (1995); Valparaíso, versos en la calle, de Juan Cameron (1998); El Mirador de Lukas Nº 7 (1999) e Historia de la poesía en Valparaíso, de Alfonso Larrahona K. (1999).


¿Desde tus estudios universitarios, pasando por tu título de profesor de castellano, en qué período sitúas este acercamiento tuyo a la investigación de raíces y tradiciones de pueblos y ciudades?


A lo peor nací con ese cariño, no sé. Cuando chico, en mi familia me enseñaron a no mentir nunca y que existía el Viejo de Pascua. A los años me preguntaba cómo diablos los adultos adulteraban las cosas con tanto descaro: ¿o no veían que inventando a ese viejo desmentían sus enseñanzas? Y ahí el pensamiento me llevó a meditar sobre ficción, mentira, símbolo, lo individual, lo colectivo. Ya adolescente fui un lector criticón y culto, admiraba a Borges, y en un viaje al campo lejano escuché a doña Beña Fuentes -campesina analfabeta- contar historias. Arte mayor, nada que envidiarle a Borges. ¿O no? Y solito vino el problema arte/ folclore. Después, ya en la U., cuando estudié literatura (en ese tiempo nadie hablaba de patrimonio intangible ni cosa parecida) los profes trababan mis ímpetus de estudiar literatura oral, y tuve hartas dificultades, que me empecinaron más. Como ves, mi respuesta sirve más para ponerle cuento al asunto que para responder la pregunta.


¿Cuáles son los riesgos que se corren en este trabajo de recopilador e investigador?...¿En tu accionar en este campo han aparecido quiénes no concuerdan con tus recopilaciones?


Uno de los mil riesgos está en la dificultad de demostrar mis hipótesis, pues me agoto en llenar vacíos de información: datos, datos, datos. Entonces, demoro mucho. Tras más de veinte años, por ejemplo, recién tengo una aproximación decente a las animitas. De todas mangueras, todos mis trabajos tienen mucho campo y biblioteca y hay en mi equipo actual un buscón de libros (no un lector, un buscador) y una maga de las transcripciones, que facilitan todo. En este campo, los ayudantes son el microscopio, la muleta y el telescopio, y otro riesgo grande es que en medio de un trabajo se vayan (porque acá casi no hay plata) y te quedes como sin manos. En fin, otro riesgo es quedarse con la investigación guardada. Tú sabes, la divulgación de trabajos serios es un problema: existen unas revistas con cero público, pero con "prestigio", que te prestan diez planas, una nada. Y las editoriales no van a arriesgarse a publicar un mamotreto de cuatrocientas páginas. Con respecto a detractores de mis investigaciones, es más bien al revés; yo siento que muchos trabajos alrededor están mal hechos, sin métodos, sin el tiempo adecuado de gestación y ejecución, o -lo peor- con las definiciones operativas malas.


Entendiendo que el trabajo al que estás abocado es apasionante…¿cuál es el tiempo que le dedicas?...ó..¿cuál es el tiempo que se requiere?


Puf, harto... A veces en periodos obsesivos estoy 24 horas al día. Entonces, una vez más renuncio a una pega de las que dan plata, y me obedezco a regañadientes y con placer. ¡¡Pero un día voy a dejar de hacerme caso, ya me lo advertí!!

Desde la aparición de la “Enciclopedia del mar” hubo quienes afirmaron que se trataba de un lenguaje inteligente y de reflexión poética…¿cómo te defines tú a esta altura después de muchos trabajos ya realizados?

Si estás definido estás de finado. Mejor estar todavía cambiante ¿no? Uno -en arte- siempre alega de los críticos, que ponen etiquetas y creen que eso sirve para ver mejor. Y es al revés. Lo que sí, me gustaría ser un hombre de palabras cuya palabra de hombre fuera palabra de señor. Ja, es que soy tan de letras que en vez de vivir en orden cronológico (ayer, hoy, mañana) vivo en orden alfabético (ayer, hoy, mañana), y eso es mi constante.



Quienes te conocen sabemos que eres un viajero incansable…¿cada uno de esos viajes tienen al mismo tiempo la intencionalidad de la investigación?


Un viajero cansable: llegar al pueblito y encontrar que no hay nadie, otro pueblo fantasma, o que la informante haya muerto, o hacer maravillas a pie, en caballo, en jeep, para llegar al cruce y ver que el único bus de la semana pasa sin parar... puf, eso ya no querría tragármelo. Sin el acicate de la investigación, o del amor por esas tradiciones, aplastaría de un zapatazo al bichito del viaje, que me pica cuando menos lo espero, y me quedaría con mi fiel lectura, que es también una manera de vivir la otredad en esta mismidad. Por otro lado, han ido surgiendo vanidades más o menos idiotas, con la vejez: por ejemplo, he convivido tiempos con todas las etnias que se dan en Chile, excepto los alacalufes. Así que allá debo ir, a esos canales australes, y aprovechar de hacer un trabajo sobre su héroe Lautaro Edén, que hace tiempo me viene interesando.

¿Qué es para ti Valparaíso?..¿Un lugar inagotable en cuanto a estudios e investigaciones o un sitio que ya se agota en este campo?

Es que siempre, hasta los cuescos de níspero, van a dar nuevos y apasionantes temas. El problema es que ha salido una legión de ganapanes que no la cortan nunca con la Valparalata, y esos impostores ni aman el tema ni tienen aportes nuevos: sólo quieren su recompensa. Bueno, no apenarse: el mundo sigue yirando.

De acuerdo a tu experiencia y a tus libros publicados…¿hay un público cautivo que gusta del trabajo que haces?...¿cuál es el libro que más has vendido?


-¿"Público cautivo", y esa terminología? Ni mi abuelita. Como yo me meto en varios géneros, creo que se dificulta que alguien me acompañe en poesía, ensayo, crónica u otras cosas inclasificables... Tal vez mi libro más vendido sea "Valparaíso, el Mito y sus Leyendas", que es un poco best seller, con trampa, pues en algunas partes lo ponen como "lectura obligatoria". ¿Alguien podría quedar cautivo de un libro que está obligado a leer para mañana, y son las once, Dios mío, y ojalá me saque un seis y no podré ir a la fiesta para quedarme leyendo? Pero el texto que me trajo más alegrías fue "Tango Dos", por eso lo nombro acá aunque no corresponda.


Más allá de “Valparaíso, el mito y sus leyendas”, entendiendo, por cierto que todo tu trabajo te apasiona..¿cuál describirías como el que más te ha fascinado posteriormente al libro citado?

De los míos, "La Gran Enciclopedia del Mar". Pasaba horas debajo del agua, intentaba ver la puesta de sol desde bajo el mar; me sometía a frotación con cetáceas, acampaba en el bosque de algas. Y eso se licuaba en palabras: que una lágrima y el agua marina son indistinguibles al microscopio, que los ríos siguen ríos en el mar y las corrientes siguen corrientes en los ríos, que polvo somos, pero polvo de agua. Tal vez "La Gran Enciclopedia del Mar" sea mi libro.


Andrés Sabella, quien fue una verdadera enciclopedia humana del norte de Chile, en una conferencia en la U. de Tarapacá, se paseó por la historia de nuestro país y, a cada segmento de sus dichos expresaba: ¡la historia miente¡…¿crees tú que es difícil encontrar la “verdadera verdad” de los acontecimientos humanos?


¿La verdadera verdad vera? Las cosas pasan simultáneas y el lenguaje es sucesivo, todo va fluyendo y está relacionado, y nosotros lo analizamos inmóvil y parcelado; tenemos apenas seis sentidos, y éstos casi no sirven: no ves más allá de ocho kilómetros, no percibes temperaturas de cien grados, en fin, le atribuyes más importancia a un dolor de muelas, que en el momento te duela a ti, que a cien mil muertos en El Tibet. ¡Y desentrañamos las cosas con palabras, que lo cambian todo! "Los vampiros llegaron por la noche", "Por la noche llegaron los vampiros", "Los vampiros por la noche llegaron" son cosas completamente distintas y parecen iguales. En fin, resignación: estudiando los acontecimientos es posible acercarse a los sucesos, a los principios y normas que regulan la ruedita eterna. Y creo que en los acontecimientos humanos, al mismo tiempo que se ve que son inhumanos, se ve que son suprahumanos...

Finalmente…¿Cuál crees tú sería la obra máxima que buscas hacer antes de culminar tu paso por la vida?



¡Pero si respondo me pongo una lápida! Adivino que me falta una tetralogía sobre los cementerios, un libro de las montañas y unos estudios sobre tradición oral. De todo eso no he escrito ni un séptimo de línea, así que en razón de eso, en adelante, será mejor que llore, no que cante.


jueves, 4 de noviembre de 2010




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